La salsa Valentina es un aderezo que los mexicanos comemos desde pequeños. Es una avinagrada y picante combinación que adoramos poner en nuestras papitas, dulces, frutas y en ocasiones hasta en la pizza. Alacena mexicana que se respete siempre tiene un bote de salsa, está comprobado.
Don Manuel Maciel Méndez, originario de Tamazula de Gordiano, Jalisco, fue el fundador de la salsa Tamazula en 1960. Según su página web, todo comenzó en Guadalajara, como un negocio familiar. La elaboración de esta salsa era tradicional y posteriormente ampliaron su negocio con la integración de salsas como la Valentina y Costa Brava, ambas disponibles en prácticamente cualquier supermercado mexicano.
De acuerdo a una entrevista que Milenio le hizo al hijo del fundador, el nombre de la salsa es en honor a la mujer revolucionaria Valentina Ramírez quien huyó de su casa para hacerle honor a su difunto padre, que quería luchar en la Revolución Mexicana. A los 17 años Ramírez se hizo pasar por hombre con el nombre de Juan Ramírez y se enlistó a las tropas revolucionarias en su pueblo. (¿Mulán, eres tú?)
Valentina llegó a ser teniente y mantuvo su secreto por mucho tiempo, hasta que un compañero descubrió sus trenzas bajo el sombrero. Tuvo que dejar su puesto, ya que no se admitían mujeres en el ejército. Tiempo después, fue reconocida como veterana de la guerra, pero sin pensión, ya que sólo había luchado por 5 meses. Sin embargo, esta valiente mujer pasó a la historia gracias a su determinación y esfuerzo.
La base de ingredientes de la mítica salsa Valentina son chile puya, chile serrano, agua, vinagre, sal y especias.