Las mujeres milenarias del pulque

El pulque no tiene género.

Hasta nuestros días han llegado varias narraciones sobre la producción y el consumo del pulque, a través de la mitología y muchas veces recogidas en los códices. Sabemos que para los aztecas la diosa Mayáhuel es sacrificada para dar sustento a los hombres una vez renacida en maguey. Algo similar se narra entre los mixtecos sobre la diosa Serpiente 11, una deidad que tras ser decapitada dio vida a los magueyes con las partes de su cuerpo desmembrado.

En la Mixteca oaxaqueña un grupo de mujeres retoma la fuerza de Serpiente 11 en pleno siglo XXI, sembrando magueyes y produciendo pulque. Ellas se organizaron y se unieron “ante la necesidad de visibilizar los trabajos y las actividades que realizan las mujeres en los procesos de participación comunitaria y aprovechamiento del maguey pulquero para la producción artesanal del pulque”, nos cuenta Bibiana Bautista Gaytán, pulquera e ingeniera forestal, que encabeza y une a estas mujeres en torno al pulque y sus rituales.

Horacio Torres

Actualmente son cincuenta familias de seis localidades en el norte de Nochixtlán, Oaxaca (El Almacén, municipio Santa María Apazco; El Fortín el Alto y San Miguel Chicahua, municipio San Miguel Chicahua; San Pedro Quilitongo, Santiago Ixtaltepec y La Unión Libertad, municipio Asunción Nochixtlán). La elección del nombre de Mujeres Milenarias se debe, dice Bibiana, a que “las mujeres mixtecas son portadoras y transmisoras de conocimientos milenarios sobre el aprovechamiento del maguey pulquero; también son el pilar de los hogares para el cuidado de sus familias”. Y esto se puede verificar.

En la mixteca oaxaqueña se produce pulque desde hace generaciones

En las asambleas de Mujeres Milenarias, mientras se llegan a consensos, la mayoría de las productoras están tejiendo palma o bordando. Siempre aprovechando el tiempo. Este grupo empezó a tomar forma en 2013, cuando varias mujeres participaron en ferias regionales de pulque, para consolidarse en 2016. A lo largo de los años ha contado con el apoyo de varias organizaciones, como el Fondo Semillas en 2017, con el proyecto Empoderamiento de Mujeres Indígenas, en el que participaron mujeres pulqueras de Santa María Apazco.

Desde 2018, gracias al proyecto trienal impulsado por Slow Food Internacional y el FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, de la FAO), Empoderando a los Jóvenes Indígenas y a sus Comunidades para Defender y Promover su Patrimonio Alimentario, Mujeres Milenarias se convirtió en un Baluarte Slow Food. Este programa de la organización italiana pide a los productores cumplir ciertos requisitos: eliminar o reducir tratamientos químicos; emplear métodos respetuosos para el bienestar animal; defender y fomentar la crianza de razas animales autóctonas y variedades vegetales locales; utilizar embalajes ecológicos cuando sea posible y favorezcan el empleo de energías renovables.

Alrededor del mundo hay más de quinientos baluartes en sesenta países. En México hay catorce baluartes, incluido el maguey de la Mixteca oaxaqueña, que apoyan a productores de vainilla de la Chinantla (Oaxaca); cacao de Chontalpa (Tabasco); miel de abejas nativas de la Sierra Norte de Puebla, amaranto de Tehuacán (Puebla), chile serrano de Tlaola y Baluarte salineras milenarias de Zapotitlán Salinas (Puebla); maguey del Altiplano mexicano; langosta espinosa de Banco Chinchorro y Sian Ka’an (Quintana Roo); pepita de calabaza, miel de abeja Xunankab y cerdo pelón (península de Yucatán); frijoles nativos de Tepetlixpa (Estado de México); y el sistema milpa de Chiapas.

Los hombres de Mujeres Milenarias

En Mujeres Milenarias también hay hombres que se han ido incorporando. Algunos de ellos llegaron de la mano de sus parejas productoras de pulque. Bibiana confirma que esto sucede a partir del reconocimiento de los hombres a “la importancia del trabajo de las mujeres en el aprovechamiento del maguey pulquero y desarrollo comunitario. Las mujeres empiezan a visibilizarse en las ferias regionales del pulque y en la comercialización del pulque en el mercado de Asunción Nochixtlán”.

También confiesa que no fue fácil el proceso. “Fue largo y complicado porque los hombres de la comunidad no les permitían a las mujeres participar en los talleres de capacitación y reuniones, entre otras cosas. Cuando les preguntaban quién producía el pulque comentaban que los hombres, mientras que quienes realizaban la mayoría de las actividades eran las mujeres.”

El noventa por ciento de las mujeres integradas en esta organización conoce perfectamente el proceso de elaboración del pulque, conocimiento que fue heredado por sus padres. El diez por ciento restante son mujeres que llegaron a estas comunidades por matrimonio.

Como es el caso de la señora María Martínez Martínez, casada con Alejandro Hernández Cruz, quienes viven en Santiago Ixtaltepec. ‘Doña Mary’, como le dicen de cariño, es originaria de Tlapazola, en los Valles Centrales de Oaxaca, una zona donde se habla zapoteco y su oficio es el barro. Hace comales, jarras y otros objetos que se usan para servir el pulque y que ella vende en el mercado de Asunción Nochixtlán.

Bibiana Bautista

Doña Mary proviene de una zona donde también hay magueyes, pero se emplean en la producción de mezcal. Desde que se casó con su esposo, hace cinco años, sus costumbres han ido cambiando. Está empezando a apreciar el pulque y quiere aprender a producirlo como su familia política. De hecho, le ha pedido a su marido que le regale un maguey pulquero con el cual aprender todo el proceso de capado, raspado, extracción de aguamiel y producción de pulque; quiere un maguey para poder aplicar lo que va aprendiendo sin estropear otros magueyes. Cuando puede se une a las asambleas de Mujeres Milenarias con su esposo.

Según algunas creencias de estas comunidades, las mujeres no pueden capar magueyes porque el aguamiel sale malo. Pero la migración fuerza a que las tradiciones muchas veces cambien porque no siempre hay hombres para capar los magueyes. “Las mujeres han tenido la necesidad de buscar a hombres para capar el maguey y otras se han arriesgado a caparlo ellas mismas, como el caso de Alejandra Rodríguez Bautista, de la localidad El Almacén, que logró capar un maguey y el resultado ha sido favorable, ya que obtuvo una buena producción de aguamiel.”

En las asambleas muchas mujeres, por no decir todas, piden que “los hombres de la comunidad intercambien los conocimientos sobre el proceso de producción para que, cuando ellos emigren de las comunidades, ellas puedan seguir con la producción de pulque”, afirma la ingeniera Bibiana.

Rituales con pulque que realizan estas comunidades mixtecas

Para pedir permiso a la tierra:

Los productores piden permiso para intervenir en ella, desde el lugar donde van a trabajar para producir sus alimentos, hasta las plantas que van a utilizar.

Ritual de calado de maguey:

Para iniciar con el capado del maguey, el tlachiquero (ñaa ta´avi yaavi, ‘el que quiebra el maguey’) verifica las características de la planta antes del brote del quiote (inflorescencia), observa el adelgazamiento del cogollo, ensanchamiento de la piña, la pérdida de espinas de las pencas, así como una coloración más oscura de éstas. Posteriormente se busca la cara de la planta para llegar al corazón de la misma; se busca el mejor lado del maguey que permita el fácil acceso a él. Antes de empezar a limpiar la planta, el ñaa ta´avi yaavi hace un ritual de pedida de permiso. Al terminar se persigna y dibuja una cruz de seis picos en la cara del maguey.

Bibiana Bautista

Ritual de bendición del pulque

Consiste en bendecir el pulque nuevo con sal para poder compartirlo con otros productores o la venta del mismo.

Turismo pulquero

A lo largo de estos años de unión no todo ha sido un camino de rosas: “Ha sido un proceso complicado, pero con todo el trabajo realizado como organización se han abierto varias puertas con fundaciones nacionales e internacionales, instituciones gubernamentales y universidades para obtener fondos y seguir realizando actividades en las comunidades, ayudando a las familias productoras y fortaleciendo la actividad pulquera de la Mixteca”, resume Bibiana.

Además de la producción y venta de pulque y aguamiel, algunas productoras han encontrado otra vía para obtener recursos sin que les reste tiempo al cuidado de la milpa y los magueyes. Las pulqueras de la localidad de El Almacén han hecho una alianza con Airbnb y Rutopía para mostrar su comunidad, su forma de vida y la producción de pulque. Un destino turístico, “donde el visitante pueda vivir experiencias únicas, disfrutar de las riquezas culturales y naturales de la comunidad. De los ingresos generados, el 70% se reparte entre las mujeres participantes y el resto se destina a fortalecer actividades comunitarias y culturales en la comunidad”.