Los germinados son un tipo de alimento que subestimamos. Los vemos empaquetados en el supermercado y aunque sabemos que son sanos, no son una prioridad en nuestro carrito de compras. La realidad es que son muy nutritivos y versátiles.
Existen varios tipos de germinados comestibles como el de frijol, alfalfa, girasol, brócoli, centeno, de soya y de lentejas.
Una de las principales razones para consumirlos es que aportan muchos nutrientes a nuestro sistema inmunológico y además ayudan a la digestión.
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Además, su consumo estimula el contenido de vitamina C y antioxidantes en nuestro cuerpo. También contienen clorofila que ayuda a crear un ambiente libre de bacterias y actúa como agente desintoxicante.
De acuerdo con una publicación de Healthy Happiness, el mayor contenido de vitaminas y fibra se encuentra en los germinados. Y en la gran mayoría de los casos el contenido de las vitaminas en las semillas incrementa hasta 20 veces más durante el proceso de germinación.
Los germinados quedan bien en ensaladas frías, en toasts, en ramen, sándwiches e incluso como sustituto de la lechuga en tacos dorados.
La mejor forma de incluirlos en tus platillos es en crudo, ya que ahí es cuando se aprovechan mejor los nutrientes. Si en el paquete viene más de lo que vas a consumir, los puedes congelar en bolsas de sello hermético. Aunque toma en cuenta que una vez que se descongelen la textura es mucho más suave.
