Las tortillas son un básico en nuestras cocinas. Somos entusiastas y las consumimos a diario —en México, el promedio varía entre 7 y 10 tortillas por persona— pero, suele suceder que algunas queden rezagadas entre los menús de la semana y terminen por endurecerse en el refrigerador. Para esos casos hay alternativas. Aquí nuestros consejos para darle la vuelta a la tortilla.
La hidratación es clave
Basta una cucharada de agua potable para hidratar ambos lados de la tortilla. Cuando la hayas mojado un poco pásalas por un comal caliente y voltea constantemente con la ayuda de unas pinzas, por dos minutos. Esto ayudará a que la tortilla se suavice un poco y la puedas usar para preparar tacos o quesadillas.
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Sácales el jugo (y lo crujiente)
Las tortillas duras no se tiran, solo se transforman (de ser posible, en tu próximo desayuno): córtalas en triángulos y fríelas en una sartén, con suficiente aceite de canola, para hacer totopos para chilaquiles o para acompañar un guacamole.
Con ayuda de unas tijeras también puedes cortar las tortillas en tiras delgadas, freírlas y usarlas para juntarlas con un huevo revuelto. Estas tiras también quedan perfectas para complementar una sopa —de lima, o azteca— o un caldo.
Para convertirlas en tostadas ponlas sobre una charola para hornear a 120 °C por 5 ó 10 minutos hasta que se endurezcan lo suficiente o caliéntalas en un comal y dora por ambos lados hasta que queden crujientes. Sirve con algún guiso, como tinga o picadillo, o haz un volcán clásico de taquería con rebanadas de queso manchego.
Otra forma de darles un giro, es hacer tlayudas con lo que hay en casa. Aunque no son lo mismo, estás sirven para preparar el platillo típico de Oaxaca. En un comal grande a fuego bajo, calienta tus tortillas hasta que estén un poco doradas, luego (si puedes) calienta un poquito de manteca de cerdo en un pocillo y coloca unas gotas en cada tortilla, cubre con frijoles refritos, quesillo y longaniza frita. Retira del comal y corona con aguacate, jitomate, col y una buena salsa de molcajete.
