Los conventos alojan exquisitos platillos tradicionales: chiles en nogada, moles, estofados, panes y golosinas que tuvieron su origen durante la época de la Colonia. En ellos nació la mayoría de los dulces que ahora vemos en plazas y dulcerías.
Puedes probar algunos dulces poco comunes en Celaya (en la colonia Roma) o La Gran Fama en Puebla. Te presentamos nuestros 5 dulces de convento favoritos, para que los pruebes en cuanto puedas.
Mostachones
Los mostachones son una especie de “galleta” que se derrite en el paladar. Están elaborados a base de harina, mantequilla, huevo, azúcar y canela, en ocasiones les ponen naranja. Son pequeños y perfectos para acompañar con un café en la merienda. Los de la dulcería Celaya son nuestros favoritos.
Yemitas
Las yemitas son pequeños bocados azucarados de yema de huevo. Son cremosas pero con una textura consistente gracias a una mezcla de almendras. En muchas algunas dulcerías del Bajío o Puebla, las encuentras con piñón, nuez o almendra.
Jamoncillos
Este es uno de los mejores dulces de convento por su versatilidad. Es típico de Guanajuato, Coahuila, Durango, Chihuahua, algunos lugares de Sinaloa, Sonora y Jalisco. Se elabora a base de leche y mucha azúcar. En ocasiones se mezcla con nuez, piñón o pepita.
Macarrones
Estos dulces no se hacen a base de merengue, sino de dulce de leche. Son cremosos, pequeños y rallados. Algunos llevan licor, aunque los más ricos sólo tienen leche. También les ponen nuez picada o entera para coronar.
Pedos de monja
Estas galletitas cubiertas de chocolate se originaron en Cataluña. Son pequeñas y en México es común encontrarlas en dulcerías de Querétaro o San Miguel de Allende.