“Esta es una ciudad arquitectónicamente loca“, dice el enólogo neozelandés Grant Phelps, mientras me entrega una copa de vino en la azotea de su recién inaugurado hotel, WineBox, que está a un corto paso de la casa y museo de Neruda, La Sebastiana. Ubicado en un antiguo micro vertedero en Cerro Mariposa (o “cerro de las mariposas”), uno de los menos recorridos de las 45 colinas de la ciudad, WineBox está construido con contenedores de envío decomisados y comprados en el cercano puerto de San Antonio. Cada uno de los 25 contenedores rescatados (que recorrieron 160 millones de kilómetros antes de aterrizar en WineBox) vienen con una historia que se remonta a barcos que transportaban desde cargamentos de fuegos artificiales a 119 kilos de cocaína escondidos dentro de tarros de café instantáneos con destino al puerto polaco de Gdynia.
Este tipo de arquitectura ecológica está apareciendo en los hoteles de Kuala Lumpur y Costa Rica, pero el desafío en Chile no es solo encontrar contenedores desarmados que no estén completamente destruidos, sino encontrar arquitectos y contratistas que sepan cómo trabajar con este tipo de material de construcción. Phelps no pudo encontrar una compañía de construcción que estuviera dispuesta a hacer el trabajo o que tuviera algún tipo de experiencia con los contenedores de envío, por lo que pidió ayuda de su novia, Camila Ulloa, que en ese momento todavía era estudiante de arquitectura en la Universidad de Viña del Mar En 2015, la pareja formó su propia empresa de construcción y comenzó el proceso de construcción de 18 meses con la ayuda de voluntarios, moviendo los contenedores rápidamente al sitio durante el transcurso de dos noches.
El artista de surf con sede en Australia Fieldey y el dúo de arte urbano de Valparaíso UnKolorDistinto son solo algunos de los invitados que cambiaron su oficio por una estancia en el sitio de construcción. Gracias al trabajo de estos artistas, el edificio cubierto de arte callejero se integra perfectamente con el resto de Valparaíso, con murales inspirados en el mar como la llamativa criatura con binoculares que dominan el exterior del local titulado “Brindis a los porteños” como un una forma de homenaje a la gente del puerto de Valparaíso, así como barcos de tonos púrpura y un marinero barbudo pintado por el artista uruguayo Leandro Bustamante en las paredes de la bodega del sótano.