Al final todos son
metales con
filo que nos ayudan a cortar, triturar y moler alimentos, pero el truco está en saber cuando (y cómo) sacarles el máximo provecho.
No hay una
ley que diga qué sí y qué no hacer con ellos, pero nosotros marcamos la diferencia para que al momento de necesitarlo,
ahorres tiempo y tus platillos sean mucho más agradables a la vista.
Aquí los diversos usos
Licuadora
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La licuadora tiene muchas funciones, por lo general se utiliza para hacer licuados y smoothies.
Pero gracias a que sus aspas no son tan filosas, sus horizontes se se expanden y son de gran ayuda al momento de preparar
sopas,
salsas,
cremas y
purés. Eso sí, nuestra recomendación es que si es posible, utilices una licuadora para alimentos salados y una para los dulces. Si no tienes dos, no pasa nada, sólo asegúrate de lavarla súper bien antes de usarla y de preferencia que sea de vidrio (así evitarás olores desagradables).
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Procesador de alimentos
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Contrario a lo que se piensa, el motor de los procesadores es mucho menos potente que el de las licuadoras comunes, pero de alguna manera el filo lo compensa y el resultado es muy bueno. El
uso ideal para los procesadores es moler y cortar, ya sea
nueces o alimentos de cáscara más rígida.
De vez en cuando son de gran ayuda para sustituir el cuchillo, en ellas puedes picar el ajo y la cebolla mucho más rápido e incluso hacer un hummus casero en cuestión de minutos.
Eso sí,
evita agregar líquidos, podrían escurrirse fácilmente.
Cuchillo
La verdad no hay nada como sacarle todo el jugo a tus cuchillos (claro,
si están bien afilados y cuidados). Prácticamente puedes cortar todo con un
cuchillo de chef, pero nuestra recomendación es que que lo utilices
para darle textura y forma a tus platillos.
Ayúdate de tus cuchillos y corta las papas, zanahorias, jitomates, apio y lechuga con ellos, estos alimentos tienen cierta estructura que es bueno conservar tal cual —y que al molerlos tal vez no resaltará tanto en tu guiso.
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