No hay nada más emocionante que ordenar un gadget de cocina y esperar unos días para que lo tengas en la puerta de tu casa. Pero, de unos meses para acá, la freidora de aire se ha convertido en “LA” herramienta de cocina de este 2020. ¿Vale la pena invertir en una? ¿Qué tanto puedes hacer con ella? Antes de revelar el veredicto nos dimos a la tarea de investigar qué es una air fryer, por qué está tan de moda y si en verdad es un accesorio que debes tener en casa. Acá la respuesta.
¿Qué es una freidora de aire?
En pocas palabras una freidora de aire es un horno de convección que busca igualar el sabor y la textura de un alimento que fue cocinado con aceite muy caliente. La promesa de este artefacto es obtener un resultado parecido a utilizar grasa en la preparación. La freidora tiene un ventilador que hace que el aire caliente circule encima de la comida dentro de la canasta. El calor seco penetra en los alimentos y simula la textura crujiente de los alimentos que se fríen en aceite hirviendo como el pollo frito, las papas y las donas.
¿Por qué está de moda?
Este año fue distinto a todos. La cocina se convirtió en un refugio y la comida que nos apapacha en momentos inciertos (y que además contiene una buena cantidad de carbohidratos) se convirtió en el aliado de chefs profesionales y de amateurs en la cocina. Prueba de ello son las recetas más buscadas en cuarentena según Google. Qué decir del banana bread, el pan de masa madre, la lasaña de la abuela y el panqué de moras para levantar los ánimos.
¿Deberías comprar una?
Por qué sí: cocinar en una freidora te ahorrará tiempo y facilitará la limpieza de tu cocina. Además, los resultados son mejores que las frituras que se hacen en el horno.
Por qué no: si estás acostumbrado a cocinar grandes cantidades, la air fryer no es para ti. La mayoría de los modelos del mercado tiene una capacidad de dos a seis litros y su precio oscila entre los $1,400 y $4,000 pesos mexicanos. Otro punto a considerar es que si no consumes frituras quizá deberías dejar pasar la oportunidad y utilizar tu dinero en cosas que utilices más seguido como un cuchillo de chef o en tapetes anti-adherentes para hornear.