Afuera están los perros que caminan con sus dueños por la Plaza Río de Janeiro, los vendedores ambulantes y los curiosos que se asoman preguntando por el nuevo lugar. Adentro están unas sardinas preparadas con ajo y perejil, un schnitzel de cerdo con pepinillos encurtidos, mostaza y una —o más de una— copa de vino.

Esto es Pigeon, un proyecto que nació del afortunado encuentro entre Mercedes Bernal y Rodney Cusic, a quienes seguramente conocen por Meroma, con Walter Meyenberg, la mente detrás de Hanky Panky, Huset, Waikiki Tiki.

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De la cocina para adentro, Mercedes y Rodney se han encargado de crear platillos sencillos con muy buenos ingredientes, que igual pueden tomar la forma de una crujiente ensalada de hinojo con radicchio o que de un toast con pepinillos encurtidos, mejillones y chiles de agua.

La verdad es que aquí uno puede ordenar prácticamente cualquier cosa del
menú casi con los ojos cerrados. El buen balance de sabores y texturas en sus platillos es una constante. De la cocina para afuera, el encargado de la hospitalidad es Walter Meyenberg, que demuestra sus años de experiencia con un servicio cálido y eficaz. Si van más de una vez a Pigeon, los meseros seguramente se acordarán de dónde prefieren sentarse y qué vino o coctel les gustó más.

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En Pigeon no hay complicaciones. El lugar cumple las funciones de una taberna: echar un bocado sin muchas vueltas, acompañarlo con una copa de vino o un coctel bien preparado y hacer un poco —o mucho, para los metiches como yo— de people watching. En esta esquina de la Roma el entretenimiento está asegurado.