Es verdad que el proceso de congelar es muy sencillo pero hay particularidades que se deben de tomar en cuenta. Una de ellas es que no todos los alimentos reaccionan de la misma manera al frío. Aquí te compartimos algunos tips eficaces para que le pierdas miedo a las bajas temperaturas. ¡Todo (bueno, casi todo) se puede congelar!
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Regla de oro
Para comenzar tenemos una regla básica para congelar. Nunca utilices recipientes de vidrio ya que si no están templados, corren el riesgo de romperse. Lo mejor es utilizar bolsas herméticas o contenedores de plástico.
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Frutas y verduras
Si la fruta es pequeña (como fresas, moras o frambuesas) puedes congelarlas de manera individual extendiéndolas en una bandeja. Congela y posteriormente guárdalas en una bolsa. De esta manera no se formará un bloque gigante de hielo. Los plátanos pueden ir al congelador con todo y cáscara. Las verduras son más amigables: la calabaza, berenjena o jitomate pueden ir juntas directo al congelador en una bolsa. Eso sí, trata de eliminar todo el aire.
Proteínas
La recomendación aquí es congelar la proteína sellada al alto vacío. Entre menos aire habrá menos humedad. Pregunta en el supermercado si el carnicero puede sellar la carne por ti. De lo contrario, coloca el pollo, el pescado o la carne en una bolsa y al cerrarla, retira todo el aire. No te preocupes por el tiempo que durará en buen estado: aguantará de tres a cuatro meses. Para descongelarlo, lo ideal es retirar la proteína del congelador y dejarla un día en el refri.
Galletas, panqué, pasteles
Para las galletas o bollos pequeños lo mejor es almacenarlos en una bolsa. Los panes enteros como panqués o pasteles deben envolverse bien en aluminio y después envolverlos en una bolsa. Para retirarlos del congelador hay dos opciones. Dejar que se descongele en el refrigerador o meterlos directamente en el horno.