La oferta de los hoteles de lujo no solo tiene que tener un servicio excepcional, una locación privilegiada y amenities que la distingan, también debe haber un esfuerzo decidido para que sus restaurantes y bares se conviertan en destinos en sí mismos. Aquí dos de ellos que lo han logrado y con estrellas Michelin.
Shangri-La
Lo que antes era el palacio y la casa del Príncipe Roland Bonaparte, desde 2010 es uno de los hoteles en la lista de Monumentos Históricos de París. Dos jarrones espectaculares inspirados en la dinastía Ming adornan el lobby y sirven de conexión entre el origen chino de la cadena hotelera y la capital francesa. Muchas de sus 100 habitaciones y suites gozan de una vista majestuosa a la Torre Eiffel, una de las panorámicas más privilegiadas que un hotel puede tener. Además de la ubicación, tener un spa que cuenta con la segunda alberca más grande de París con luz natural, de un gran jardín interior y del legado histórico que se revela en cada uno de sus rincones, hay que destacar Shang Palace, el único restaurante de comida china con una estrella Michelin en todo Francia. El chef Samuel Lee, originario de Hong Kong, ofrece todas las sutilezas y el poderío de los estilos de la cocina cantonesa y de Huaiyang usando productos de estación. Recomendamos pedir alguno de los menús degustación para llevarse una idea de la extensa oferta que supone esta culinaria. Tiene una maravillosa carta de vinos y un servicio dedicado y refinado dignos de la estrella que los acompaña. Siguiendo con los reconocimientos, el restaurante Abeille tiene dos estrellas Michelin desde febrero de 2016. Su cocina francesa y de ingredientes excepcionales está comandada por Christophe Moret, quien trabajó previamente al lado de Alain Ducasse. En el brunch los sabores de Asia se unen con la mejor pastelería y panadería francesa. Sin duda es uno de los hoteles con más encanto de la ciudad de la luz.
La Réserve
El huésped de esta maravillosa locación fundada en 2014, justo detrás de los Champs Elysées, en París, sabe que no está en un hotel común. Para empezar, no hay una recepción como tal, pues la idea es que todos se sientan como en casa. Las estrictas horas del check in y el check out no existen y se extienden generosamente hasta la voluntad de cada cliente. Son solo 40 habitaciones decoradas de distinta manera, cada una con servicio de mayordomo 24 horas. La privacidad del hotel es una de las premisas pues muchos de sus huéspedes son celebridades que no quieren ser reconocidas ni molestadas. Tienen el primer spa con alberca de la capital francesa que está abierto 24 horas. Además, un exclusivo club llamado The Library disponible para los huéspedes del hotel donde está el honesty bar, un concepto de moda en los hoteles donde cada quien se sirve y anota lo que consumió. Por otra parte, su restaurante Gabriel, con dos muy merecidas estrellas Michelin, merece un desvío en el camino. La cocina de Jérôme Bancoel, quien largo tiempo trabajó en LAmbroisie, es en esencia francesa, pero tiene un toque muy personal e incluso exótico que viene de su contacto con Asia. La elegancia se siente desde el primer bocado, incluso desde la mantequilla con trigo sarraceno que se esparce sobre una baguette. Una cocina refinada de producto, llena de colores y de sutilezas tanto en sabores como en texturas. Platos clásicos que siempre tendrá en la carta, el corazón de alcachofa Macau con hojas de sakura y cilantro fresco o la langosta azul con espuma de zanahoria y naranja con pimienta rosada. Si un restaurante dos estrellas parisino merece tu visita, no dudes en escoger este sitio.