El queso crema es un tipo de queso untable y sin corteza, que se crea a partir del fermento de leche. Gracias a su sabor ligeramente ácido y a su peculiar consistencia cremosa y manejable, se utiliza para preparaciones dulces y saladas, desde tostadas hasta rellenos de pays.
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Es uno de los quesos más utilizados en la gastronomía. Su origen se remonta a Inglaterra, en el año 1583, aunque en realidad se popularizó cuando llegó a Estados Unidos, específicamente a las regiones de Filadelfia y Nueva York.
El queso crema está clasificado como un queso fresco, ya que cuando se abre se debe comer en el menor tiempo posible, especialmente si es casero. Actualmente existen muchas marcas en el mercado que ofrecen este lácteo, pero siempre es mejor preparar una versión en casa, para eliminar el uso de conservadores y asegurarse de que en realidad contenga leche de calidad.
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Lo mejor al prepararlo en casa es elegir materias primas de calidad. Esto garantiza la frescura y calidad del producto final. La receta original mezclaba solo leche y crema, pero actualmente la mayoría de preparaciones solo necesitan tres ingredientes: leche (preferentemente de vaca), sal y un fermento láctico, que es el encargado de darle esa consistencia cremosa y característico sabor ligeramente ácido.
Este alimento tiene diferentes usos dentro de la cocina. Solo hay que considerar que es muy alto en grasas, por lo que se recomienda consumirlo moderadamente.
*Nota: el fermento láctico lo puedes conseguir en tiendas especializadas de cultivos lácticos o farmacias, pero para la receta casera lo puedes sustituir por limón o vinagre.
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Prepara tu propio queso crema:
- 4 tazas de leche
- 3 cucharadas de vinagre blanco o jugo de limón
- Sal al gusto
Ingredientes
- Calienta la leche en una olla a fuego lento, cuando comience a hervir o burbujear, retira del fuego. Agrega el limón o el vinagre y mezcla levemente para integrar. Deja reposar durante unos 30 minutos, poco a poco verás que la leche se va cuajando. Coloca un colador cubierto con una manta de cielo o tela limpia, sobre un tazón, vierte la leche cuajada y deja escurrir todo el suero. Toma la tela y presiona con tus manos para escurrirlo por completo. Coloca el queso en un tazón, agrega la sal y una cucharada del suero, bate hasta obtener una consistencia cremosa. Vierte el queso en un recipiente de vidrio con tapa y refrigera.