El Museo de la Comida Repugnante existe y ya llegó a Berlín

A la entrada te otorgan una bolsa por si te dan náuseas durante el recorrido.
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El Museo de la Comida Repugnante (Disgusting Food Museum) acaba de abrir una sede en la ciudad de Berlín, con el objetivo de mostrar a todos los visitantes que los manjares considerados “asquerosos” están cargados de cultura y costumbres de todo el mundo.

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Sabemos que en la mayoría de las culturas existen diferentes platillos exóticos, poco agradables a la vista y que solo los valientes se atreven a probar, como el vino de serpiente o ratón de China y Japón o el Bloody Mary hecho de zumo de jitomate y ojos de ovejas de Mongolia.

Pensando en que más allá de ser extraños, todos estos platillos tienen una carga histórica y cultural que nos demuestran cómo el paso del tiempo ha cambiado la alimentación de la humanidad. Así que el Museo de la Comida Repugnante tiene el objetivo educativo de romper estigmas.

“Podemos aprender y desaprender del asco, descubrir otras culturas y otros gustos, ampliar los pequeños horizontes culinarios”

Martin Völker, director del museo

Esta exhibición nació con la finalidad de demostrar que las ideas de disgusto pueden cambiar con el tiempo. Por ejemplo, hace unos cientos de años platillos como la langosta o el salmón eran tan “indeseables” que solo los comían las clases bajas y los prisioneros, pero actualmente son considerados un manjar.

El primer Museo de la Comida Repugnante abrió sus puertas en el año 2018, en Malmö, Suecia, lugar donde sigue habiendo una exposición fija, mientras que de manera temporal también ha recorrido diferentes lugares como Nantes, Francia; Los Ángeles, California y este año Berlín y Burdeos.  

Durante el recorrido en el Museo de la Comida Repugnante, los visitantes pueden ver toda clase de platillos agrupada por productos –como un supermercado– hay bebidas, quesos, productos animales, huevos, mariscos, insectos, verduras, productos veganos, postres y chucherías.  

Algunos de los platillos “repugnantes” que destacan en la exhibición son el pene de toro típico en China y el cerebro de cerdo. También hay un altar de queso apestoso, que permite a los visitantes oler cinco quesos distintos, incluyendo el obispo apestoso de Reino Unido, cuyo olor suele describirse como “el vestuario de un equipo de rugby después de un partido”.

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En este museo descubrirás que algunos alimentos pueden ser “asquerosos” por su olor, su sabor o aspecto, pero también hay otros que aunque no se ven del todo mal cuando conoces cómo se producen no puedes evitar sentir algo de náuseas, por lo que se agradece que a la entrada del recorrido te otorguen una bolsa parecida a la que te dan en los aviones para los mareos.

Cabe recalcar que uno de los objetivos de esta muestra es concientizar al visitante sobre el tratamiento que se da a los animales en la cadena de producción de los alimentos. Para ello, a un lado de la mayoría de los platos se encuentra una pantalla con información relevante del tema.

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Otro de los toques especiales que ofrece el Museo de la Comida Repugnante a todos sus visitantes es la opción de comprar y/o degustar algunos de los alimentos del museo en el bar que cada día ofrece un menú diferente y cuenta los días que han estado “sin vómitos”.

Sitio web: disgustingfoodmuseum.com