Conocer el trabajo de la empresa La Norteñita en Chihuahua, es conocer la terquedad. No hay otra palabra que los defina mejor, y no quiero que se malentienda, porque de esa terquedad se obtienen una calidad de manzanas que, sinceramente, Estados Unidos o Chile —principales productores mundiales— quisieran.
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En esta ocasión visitamos el municipio de Cuauhtémoc, en Chihuahua, para entender más acerca de la producción de la manzana. Una zona privilegiada a 2060 metros sobre nivel del mar, lo que le brinda una fluctuación en el clima, entre el frío y calor, que es clave para que los manzanos puedan tener la producción masiva que tienen cada año. Además, este municipio está marcado por la unión de tres culturas: la rarámuri, la menonita y la mestiza o hispana.
Pero para que los manzanos puedan generar la calidad y cantidad que La Norteñita genera, se necesita mucho más que sólo un buen clima. Aquí es donde la terquedad entra en juego para abrir todo un camino de esfuerzo y trabajo que es, por demás, plausible.
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Proceso de cultivo de los manzanos
La inmediatez es un pensamiento colectivo para las personas que habitamos las ciudades, pues dejamos de lado la comprensión de los procesos naturales. Sembrar las semillas y verlas convertidas en árboles toma años y cuando alcanzan su madurez es preciso cuidarlos para que cada temporada den frutos de nuevo. Anualmente los manzanos necesitan un periodo de frío que reciben de forma natural en invierno, a ese lapso se le llama dormancia.
Después, en la primavera comienza la floración, entonces lo que necesitan es ser polinizados y tener una temperatura adecuada. Para que eso suceda es necesario rentar cientos de colmenas que se distribuyen en todo el huerto. ¿Alguna vez has contado las semillas cuando comes una manzana? Cada una representa el trabajo de una abeja polinizadora, es decir, si tiene cinco semillas, significa que cinco abejas contribuyeron a su crecimiento.
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En este cuidado de la planta, La Norteñita ha desarrollado un gran proceso para adecuar y fertilizar las tierras. Aquí las protagonistas son las lombrices californianas, las estrellas del compostaje y del lixiviado (fertilizante orgánico). Su trabajo es nutrir las tierras de cultivo para obtener la acidez necesaria para el crecimiento de los manzanos, además de fertilizar con nutrientes. Esta zona de Chihuahua es un desierto, por lo que su suelo tiende a ser escaso de acidez y nutrientes.
Aunado a la estructuración de un suelo más apto para el cultivo, un elemento que no es abundante en el desierto es el agua, por lo que también cuentan con sistema de riego por goteo que utiliza un 80% menos de agua que el riego tradicional. Además de realizar obras hidráulicas para reabastecer los mantos acuíferos.
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Tiempo de la cosecha
A medida que se acerca la época de cosecha se realizan mediciones en la fruta para determinar su madurez, entre los pasos que se llevan a cabo están la verificación de la presión o el nivel de azúcar, para asegurar que se corten en el momento preciso, ya que desprenderla del árbol antes de tiempo hará que tengan una apariencia atractiva, pero sin sabor.
La cosecha de manzanas en los campos de La Norteñita comienza alrededor de mediados de julio, con las variedades Gala y Golden Supreme. En agosto continúan con la Golden Delicious para finalizar con Red Delicious y la Granny Smith. Cada variedad tiene su propio ciclo de crecimiento, desde la floración hasta el momento de la cosecha.
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La cosecha es artesanal, es decir, hecho por personas, muchas de ellas rarámuris, que una vez que eligen la manzana, la giran con cuidado y le dan un sutil tirón para que al desprenderse del árbol lo haga con su tallo, de esa forma seguirá viva hasta el consumo en casa.
Después de cortarlas, los recolectores juntan las manzanas en canastas llamadas cotenses y luego, como si se tratara de un bebé en su cuna, se colocan en un cajón gigante con una capacidad de 400 kilos, que serán transportados a las instalaciones donde se tienen las cámaras de refrigeración.
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Al llegar ahí toman un “baño de manzana”: los frutos pasan por debajo de una cortina de agua fría enriquecida con nutrientes. Con esto se disminuye la temperatura de las frutas para evitar su maduración y al mismo tiempo se fortalece su cáscara.
Cuando llegan a la cámara de refrigeración serán vigiladas día y noche, para checar la temperatura, los niveles de oxígeno y de dióxido de carbono. Cualquier desviación en estos parámetros requiere medidas inmediatas para asegurar la calidad y frescura de las frutas.
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Aún así, en la producción de La Norteñita, aunque todo esté bajo control para asegurar los mayores estándares, la naturaleza es la que manda y tiene la última palabra. Por ello, se menciona la terquedad, porque su gran labor y persistencia ha logrado convertir un desierto a un oasis donde la calidad es la principal característica de las manzanas de Chihuahua.
Conoce más de La Norteñita
La Norteñita emerge como un titán agroalimentario en México. Con más de medio siglo de trayectoria, es la insignia de producción, conservación, industrialización, empaque y distribución de manzanas. Sobresale como un pilar en Latinoamérica y se posiciona entre las 10 empresas más preeminentes a nivel mundial en su sector.
Lleva a los hogares el 40% de las manzanas consumidas en el país. Su influencia se enraiza en 3 millones de árboles que abrazan 2,500 hectáreas de tierra, equivalente a 350 veces el Estadio Azteca o 25 veces el Central Park.
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Esta empresa es el crisol de las manzanas más sobresalientes de México. Surgió como el anhelo de un visionario: Salvador Corral Piñón, quien deseaba revolucionar la producción de manzanas en Cuauhtémoc, Chihuahua.
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