La harina de almendra es mi nuevo reto culinario y estoy determinada a dominarla

Dominar en mundo de la pastelería y panadería puede resultar algo complicado. Aquí las cantidades deben ser exactas, las texturas correctas y tener los tiempos súper bien contemplados. Y cuando se trata de otros productos como la harina de almendra, los resultados varían mucho.

En lo personal, la panadería es algo que siempre me ha apasionado y ha estado presente a lo largo de mi vida. De hecho cuando empecé a trabajar en cocina, le pedí al chef hacer mis prácticas en la panadería del lugar. Ahí preparaba focaccia, pan de mesa, postres y masas de pasteles. Con el tiempo, el pan salado se convirtió en mi cosa preferida de hacer y a eso me dediqué un tiempo.

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Hoy en día, cocino menos, pero siempre con el mismo gusto. De vez en cuando mis amigas me piden que les haga algún quiche o panecillo. Y ahora, con las diferentes dietas y modas alimentarias que existen, hice un intercambio con mi prima Carmen: ella me ayudaría cambiar de look (es estilista) y yo le haría un pan de harina de almendra inspirado en la dieta keto. El trato sonaba muy atractivo.

¿Qué podía salir mal? En mi cabeza, era muy sencillo conseguirlo y además la harina ya me la había comprado Carmen, sólo tenía que dedircarle unas horas y listo. Así que, un sábado a las 4:00 pm decidí que era momento y preparé mi batidora, mis cucharas medidoras, la harina, la miel de agave, la sal de grano y el romero. Recordé que en un cumpleaños familiar, llevaron foccacia keto y tenía muy buen textura, así que eso es en lo que me inspiré.

Al momento de mezclar la harina de almendra Morama, con todo lo demás, lo que aparentemente era “medio kilo” de harina según la bolsa, resultó ser menos de una taza para hacer pan. Me empecé a poner nerviosa, así que doble la receta. “Tranquila, es pan de almendra….” En mi cabeza al doblarla todo sería mejor y pues no. La textura era súper rara y el sabor un poco desabrido. Pero no me dejé vencer y la amasé lo mejor que pude (la mitad en batidora y la mitad a mano con pala de silicón), añadí más sal y más miel. El resultado era mejor a la vista, pero al hornearla no era lo que yo esperaba, el color era muy oscuro y no estaba muy esponjosa.

Eso sí el sabor era muy bueno, pero se quedó esa espina en mi ser y hasta la fecha, es algo que me molesta un poco. Y aunque Carmen haya estado contenta con el resultado, para mí no fue suficiente. Así que, como el quiche, hacer pan de almendra es mi nueva obsesión y probar con diferentes recetas y tipos de harina mi nuevo hobbie.

Hasta ahora, lo que mejor me ha dado resultado es utilizar dos tazas de harina de almendra —de un proveedor de productos de pastelería en San Jerónimo o en Central Gourmet— , miel de abeja melipona en poca cantidad o miel de agave, sal de grano, aceite de oliva extra virgen italiano y una cucharadita de bicarbonato. Todavía no es perfecta, pero estoy segura que pronto tendré un update de mis resultados. ¿Tú has hecho pan keto, cómo te fue?