Ginebra está muy subestimada en lo que respecta a las ciudades europeas. Cada vez que le decía a alguien que visitaría la ciudad suiza durante un fin de semana largo, me miraban raro. Incluso mi querido padre me preguntó sin rodeos: ¿Por qué? Pero la verdad es que Ginebra está llena de cosas inesperadas que esperan ser descubiertas en cada callejón. Y giro tras giro, lo encontré rebosante de todo lo que amo: cultura, gastronomía y compras. Lo mejor de todo es que está casi vacío en comparación con otras ciudades europeas, por lo que apartar una mesa o encontrar calles ociosas para pasear no podría ser más fácil.
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En cuanto a dónde comer y qué ver y hacer, las opciones son amplias. Diferentes regiones de Suiza tienen influencias directas únicas. Por ejemplo, Zúrich, en la parte este del país, es más alemana, mientras que Ginebra, en el oeste, es casi enteramente francesa. Sin embargo, como ciudad capital, está repleta de todas las cocinas que puedas imaginar, y visitarla significa que obtienes la mejor cocina francesa, italiana y suiza sin tener que aventurarse a ir a otro lugar.
La cocina francesa en Ginebra es la más fácil de encontrar, aunque más allá de las braserías de las esquinas, los lugares se inclinan hacia la alta cocina clásica. Le Jardiner, un lugar con una estrella Michelin, y L’Artichaut se ajustan a la perfección si está buscando algo en el lado más fino. Pero si tiene que ir a uno, hágalo en el Bistrot du Boeuf Rouge, mucho más informal, para el filete de res del mismo nombre.
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El italiano se puede encontrar con facilidad en el barrio de Eaux-Vives, que resulta ser donde la ciudad también cobra vida por la noche. En una calle repleta de bares de vinos (aquí es el único lugar donde tendrá problemas para conseguir un asiento), Tosca transporta a los visitantes de Ginebra a Florencia. El chef sirve comida toscana refinada combinada con una gran cantidad de vinos italianos debajo de un techo con frescos. No pensé que el mejor risotto de mi vida estaría en Suiza, pero aquí estamos.
Por supuesto, no puedes perderte la cocina suiza, hay dos lugares de visita obligada en la ciudad capital. El primero, Les Armures, es el café más antiguo de Ginebra, ubicado en el corazón del casco antiguo. El menú supuestamente no ha cambiado desde el siglo XVII y está salpicado de raclette, perca del lago y más. Pero viniste aquí por la fondue, y eso es lo que debes disfrutar antes de rodar colina abajo hasta tu hotel.
Luego, está Chez Ma Cousine, que es esencialmente comida rápida suiza, pero si esto es comida rápida, entonces quiero comerla todos los días y volver a hacer “Super Size Me”. El restaurante solo sirve medio pollo y papas fritas, pero es el mejor pollo y las mejores papas fritas. El pollo es jugoso, se sirve con hueso y asado, y las papas fritas son grandes gajos de papas fritas dos veces que son ideales para absorber la salsa. Ah, sí, la salsa: asegúrate de agregar la salsa de cocina y te irás lleno, listo para embarcarte en más aventuras de compras por la ciudad. También hay una ensalada, pero de alguna manera eso se siente menos importante.
Esto no quiere decir que esto es todo lo que Ginebra tiene para ofrecer, solo una lista rápida de aspectos destacados. De hecho, en una ciudad tan global como Ginebra, cada día surgen decenas de cocinas, pero hay una que vale la pena mencionar, y es la peruana. Dentro del Mandarin Oriental Geneva, hay un increíble restaurante peruano llamado Yakumanka, que está lleno de colores y sabores, todo con el río Ródano como telón de fondo. En particular, obtienen algunos de los pescados más frescos de la ciudad, junto con el otro restaurante de la propiedad, Sachi, que es el primer omakase japonés de la ciudad.
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Esto significa que los ceviches son brillantes, sabrosos y constituyen una comida ligera muy necesaria después de un par de días de atiborrarse de fondue y papas fritas.
Entonces, considera Ginebra la próxima vez que planees un viaje a Europa y quieras hacerlo todo. O simplemente visita la ciudad para disfrutar de la fondue. De cualquier manera, no te irás con el estómago vacío.
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