¿Cómo identificar un buen vino espumoso?

No todo lo que brilla es oro. En vino espumosos, la regla aplica a la perfección.

marzo 3, 2020

¿Cómo identificar un buen vino espumoso?

Foto: Juan Pablo Tavera/ Props de Williams Sonoma

La tienes enfrente. La champaña burbujea y con esa efervescencia, también lo hacen las mariposas en la panza. ¡Estás de celebración! Y aunque celebrar todo es bueno, vale la pena observar, oler y degustar tu espumoso. Recuerda que no toda la champaña es buena y más aún, no todo lo que burbujea es champaña. 

Si empezamos desde arriba, sólo puede llamarse champagne el vino que se haya producido -del campo a la botella- en la región de Champaña, Francia. En otras palabras, más que un sustantivo es una denominación de origen. Lo que no nace y no se produce en ese terreno bajo el método champenoise habrá que llamarle vino espumoso. Y que quede claro: existen otros espumantes como cavas, asti, proseccos, franciacortas, etcétera, de calidad inmejorable. Con esta guía podrás identificar los mejores. 

Las burbujas: es en la segunda fermentación del vino cuando se forman esas pequeñas esferas que nos refrescan y alegran el paladar. Las burbujas grandes o demasiado presentes hablan de un espumoso de menor calidad pues el carbónico no está bien integrado. Además, un buen vino espumoso formará burbujas en rosario. Se trata de unas líneas verticales que nacen en el fondo de la copa y emergen en la superficie. Son pequeñas, delicadas e incluso pueden formar un encaje (una suerte de composición de burbujas pegadas unas contra otras, como si se tratara de un bordado muy fino). 

La textura del vino: los buenos espumantes tendrán una estructura en la boca que no pasa como agua —y mucho menos como agua carbonatada—. Si bien muy pocos alcanzan una textura cremosa, los mejores tienen cuerpo. Lo notarás rotando suavemente la copa y observando el camino que dejan las gotas a su paso. Si ves que el vino se baja como refresco, explotando algunas burbujas contra la copa y dejando un camino moteado, lo más seguro es que tu bebida no sea la mejor —o que tu copa no está bien lavada—.

Los aromas: cada vino espumoso es un mundo; cada región y cada etiqueta tiene sus aromas particulares. Sin embargo, en el caso de la champaña, lo común es encontrar notas de manzana, de pera, de bollería e incluso lácticas a mantequilla. En otros vinos espumosos busca también fruta fresca a durazno, melocotón, cítricas o florales. Si detectas fruta demasiado madura, recuerdos de sidra o a refresco de manzana lo más seguro es que estés frente a un vino espumoso de no muy buena calidad. Aromas como cartón o trapo mojado, vinagre de manzana o huevo podrido denotan un defecto así que es mejor no tomarlo.

Los sabores: existe toda clase de variaciones en la cantidad de azúcar en un espumoso. De ahí que haya clasificaciones como demi-sec, Brut, extra Brut, siendo esta última la que menos contenido de azúcar añadido tiene. Aunque no es una regla, desearás un vino espumoso que no sea un pastel dulce en la boca. Eso sí, debe tener una buena acidez. Su presencia te hará salivar y eso, bajo cualquier circunstancia, es bueno. Su burbuja debe sentirse sutil, amable. Si su final es largo (o sea que su recuerdo permanece algunos segundos en la boca después de tomarla) estaremos hablando de un excelente espumante.

El precio: las buenas champañas no niegan la cruz de su terroir y efectivamente pueden llegar a ser realmente caras (una Louis Roederer Cristal puede costar $7,000, por ejemplo). Y es que producirlas toma tiempo y esfuerzo desde el campo. Sin embargo existen denominaciones menos conocidas con excelente calidad y precio. Freixenet Brut Nature Reserva de la denominación catalana Cava o Dopff Cremant D’Alsace Cuveee Julien de Alsacia, son buenos ejemplos. 

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