
Dicen que José Alfredo Jiménez no habría escrito muchas de sus composiciones de no haber sido por el lugar que acogía sus penas las cantinas, y no hace falta ahondar mucho para entender porqué, pues estos lugares tienen tanta tradición en México que se convirtieron en cuna de pesares, mal de amores, alegrías, risas, discusiones políticas, tertulias literarias y hasta uno que otro encuentro furtivo de amantes.
También puedes leer: 4 cantinas en la Ciudad de México para comer rico
Entre muchas de sus bondades, las cantinas son un sitio donde convergen la bebida y la charla, pero también la buena comida, como resultado de una tradición establecida en el siglo VXII que buscaba que, por medio de la venta de alimentos las famosas botanas, los clientes no se alcoholizaran tan rápido.

Aunque no tenían muy buena reputación, con el tiempo evolucionaron y se convirtieron en sitios donde la oferta gastronómica se volvió protagonista de la visita, y la Cantina del Bosque es una muestra legendaria de ello. Su historia, como muchas cantinas icónicas de la Ciudad de México, comenzó hace muchos años, específicamente en 1939, cuando Alejo Vigueras, que trabajaba como cantinero en El Mirador, renunció para fundar este emblemático lugar, que en 1981 pasó a manos de nuevos propietarios, aunque conservó su esencia.
También puedes leer: Cantina Lorea se presenta cada 15 días con invitados de lujo
En un principio sólo podían ingresar hombres, en esos tiempos las mujeres no tenían permitido entrar a las cantinas. ¿Cómo encontraron la manera de no dejar fuera al mundo femenino? Sencillo, dividiendo el local en dos: por un lado, un restaurante y, por el otro, la cantina propiamente. La respuesta fue más que satisfactoria y la Cantina de El Bosque tuvo un éxito total, pues músicos, políticos, artistas, empresarios, militares y otros, buscaban hacerse de una reservación en este refugio que restauraba el alma de cualquiera.

Hasta 2010, esa dinámica de hombres-cantina y mujeres-restaurante se mantuvo, pero la presencia femenina se hacía escuchar desde las hornillas y fogones, pues son mujeres, la chef Adriana Colula Jimarez y su grupo de cocineras, quienes deleitan a los comensales sin importar el género con cada platillo que sale de su cocina.
También puedes leer: 5 razones por las que los mexicanos amamos hacer sobremesa
La pandemia le dejó cicatrices, porque en el punto más álgido hizo que este lugar cerrara por tiempo indefinido, una noticia que puso triste a toda su clientela. Pero gracias a un fondo de inversión de Resto Fund, este grupo se propuso rescatar tanto el establecimiento como a los trabajadores, logrando conservar la plantilla de 19 personas e incluso crecer hasta 26 empleados.

Si bien esta recuperación requería una modernización de los espacios, varias cosas de la cantina conservaron su esencia original, como la barra, las mesas y la cabeza de un toro que le indultaron a Enrique Ponce. El restaurante sí tuvo una mejora sustancial, pero su barra de corte antiguo aún le sigue dando ese toque vintage que necesitan los nostálgicos.
También puedes leer: Duerme dentro de una barrica gigante en el Pueblo Mágico de Tequila
Hace pocos meses reabrió sus puertas con las mismas cocineras, los mismos meseros y el mismo menú que enamoró a sus clientes. Incluso volvió José Juárez Sabana, el jefe de salón que lleva más tiempo trabajando en el lugar (26 años) y a quien se puede ver abriendo los pescados a la sal, flamear las crepas en la mesa o enseñándole a los más jóvenes cómo preparar una ensalada César a la vista de los comensales.

Si algo nos ha enseñado el regreso de El Bosque, es que hoy las cantinas están más vivas que nunca para seguir siendo cómplices de anécdotas, historias y un pretexto para comer bien, convivir y con-beber.
También puedes leer: Albar, el bar de barrio que la colonia Juárez necesitaba
Platillos imperdibles de la Cantina del Bosque
Tenemos dos consejos: ve con tiempo para escuchar los grandes clásicos de la música mexicana, y acude con el estómago vacío para saborear las botanas reconfortantes y deliciosas.
Cascada
El coctel insignia del lugar hecho con vodka, refresco de limón y un extracto de cítrico, perfecto para esos días calurosos.

Pescado a la sal
Es el rey de la casa al desprender la capa de sal gruesa se revela un pescado jugoso y lleno de sabor que se acompaña con papas y una salsa tártara casera. A la usanza de las cantinas tradicionales, la preparación se hace frente a nuestros ojos. El método es tan eficiente, que el pescado se deshace en la boca.
También puedes leer: Tips para preparar una margarita perfecta
Manchega
Ya sea de res o de pollo, esta milanesa monumental se sirve gratinada y bañada en una salsa de chile guajillo, que deja satisfecho a cualquiera. Es perfecta para pedir al centro y compartir con todos los invitados.

Chamorro a la mexicana
Una exquisita porción de chamorro picado con un tradicional pico de gallo, ideal para taquear. Su textura es tan suave que prometemos que volverás para probarlo.
También puedes leer: ¿Dónde comer chamorro en la CDMX?
Tribilín
Un auténtico mar y tierra con carne, camarón y pescados crudos; salsas negras, limón y cebolla, ideal para pedir como entrada con una cerveza helada.

Bartolo
Es un pastel de hojaldre y crema pastelera goloso, perfecto para dar el dulce cierre a la visita.
Dirección: 13 de Septiembre 29, San Miguel Chapultepec I Sección, CDMX.
Instagram: @cantinaelbosque
Síguenos en: Facebook / Twitter / Instagram / TikTok / Pinterest