
“Hemos podido convertir la presión en combustible al mantenernos comprometidos con el espíritu inconformista que nos llevó a crear nuestro restaurante“, dijeron.
Los hermanos tienen una actitud saludable respecto a las críticas y al bullicio de la opinión pública que rodea El Cellar de Can Roca, en parte porque se mantienen firmes en su creencia de que “las cosas que nos hacen humanos” -alimentos y familia- deberían ser más valorados que “esas cosas que nos hacen competitivos”. En lugar de insistir en cuándo podrían aparecer los inspectores de Michelin o en qué revista está lanzando una nueva lista, simplemente se mantienen enfocados en mejorar su restaurante.”Nos concentramos en desarrollar más, que prestar atención a lo que se dice afuera, que al final no está bajo nuestro control en absoluto”, explicaron los hermanos. “Tenemos la misma pasión que en nuestro primer día, siempre trabajando en algo nuevo”.
Los hermanos Roca no necesariamente tienen una fórmula mágica que les permita mantener la cabeza fuera de un ambiente que se alimenta de niveles cósmicos de presión y exige innovación y creatividad constantemente.