Sin Border es un vino producido en California que rinde homenaje a los paisanos en Estados Unidos

Sin Border invita a reflexionar sobre el necesario fenómeno de la migración: más allá del vino, ¿qué sería de la industria agraria —y muchas más— sin los migrantes?
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Humberto Falcón no llegó al vino, la industria le llegó a él: trabajaba en una empresa de ventas y exportación y no tenía ninguna formación en bebidas o gastronomía, y cuando le tocaba elegir los vinos en los restaurantes a los que invitaba a sus clientes, le frustraba no saber tomar decisiones. Por eso aceptó una oportunidad profesional en Vinoteca, donde inició trabajando en un proyecto de tequilas.

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“Empecé vendiendo tequilas en Estados Unidos y ahí me encontré con el vino, que me apasionaba muchísimo. Fui a todas las expos y estudié todo lo que pude: probaba vino, leía mucho y tenía una gran necesidad por saber. Unos años después conocí a Guillermo González Beristáin, del restaurante Pangea, y empezamos a llevarnos bien. Armábamos entre los dos cenas maridaje, yo llevaba los vinos y él ponía la comida. Nos hicimos muy buenos amigos porque compartimos la pasión por la mesa y la bebida”, recordó Falcón.

De izquierda a derecha: el enólogo Ian Brand, Humberto Falcón y Guillermo González Beristáin. | Foto: Cortesía

De izquierda a derecha: el enólogo Ian Brand, Humberto Falcón y Guillermo González Beristáin. | Foto: Cortesía

Como Guillermo es de Ensenada, invitó a Falcón a hacer un vino de hobby: “Hicimos una prueba: le compramos a Daniel Milmo de Casa Madero unos 500 o 600 kilos de uva, fuimos a escoger la tabla y todo, compramos cabernet. Fue un desastre, el vino quedó espantoso, lo hicimos en la sala de Guillermo y quedó desecha. Ese vino nunca salió de la barrica. Después, gracias a los contactos de Beristáin en Ensenada, fuimos con bodegas grandes y medianas para ver si podíamos hacer algo con ellos, y así nació Mariatinto. Las primeras cosechas fueron con vinos ya hechos, pero planeábamos el ensamble para lograr bebidas equilibradas, hechas para comer”, comenta.

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En ese camino salieron proyectos en otras latitudes: en 2007, Humberto y Guillermo compraron el rancho en el Valle de Guadalupe y, en 2009, Hugo D’Acosta los invitó a invertir y comprar un viñedo en Roussillon, al sur de Francia, una tierra muy buena, pero como la D. O. de la zona no es tan reconocida como Borgoña o Burdeos, los vinos no se venden tan fácil. En una gran oportunidad compraron 40 hectáreas de vides plantadas, viejas y funcionando, casi por el mismo precio por hectárea de lo que pagaron en el Valle de Guadalupe. De esos viñedos nació Sang Bleu.

Y ya que los proyectos enológicos de Humberto y Guillermo habían traspasado fronteras, pusieron su mirada en California: “Es un lugar que nos encanta visitar”, explicó Falcón, “y su proximidad con Ensenada lo hace todavía más fácil. Queríamos empezar a hacer algo allá, ya teníamos algunos años pensando con quién y dónde, cuando en 2018 visitamos a Bernie Luna, un chavo de Zacatecas que se fue en su juventud, de mojado, siguiendo a un primo que ya trabajaba en restaurantes como mesero. Bernie tuvo que irse muy joven porque falleció su papá, que mantenía el hogar. Entonces él se quedó con la responsabilidad de mantener a sus hermanas y a su mamá. Cuando lo visitamos nos contó lo difícil que es cruzar, y todas las situaciones que ponen en riesgo la vida o la libertad cuando uno se va de esa forma.

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Al final, cuando Bernie llegó, descubrió que su primo ya andaba en otros negocios que no le gustaron, entonces tuvo que trabajar en campos de espárragos, como lavaloza, y pasó por todos los puestos de un restaurante. Ahí encontró el vino y se le botó la cabeza al dimensionar las bebidas del mundo. Hoy Bernie tiene una carrera de vinos impresionante y es un gran sommelier”, contó Humberto.

Vinos Sin Border | Foto: Cortesía
Vinos Sin Border | Foto: Cortesía

Guillermo y Humberto visitaron el restaurante donde trabaja Bernie. Ahí se encontraron con que el jefe de cocina también es mexicano, un joven de 20 años. Intercambiaron historias sobre cómo cruzar de manera ilegal a los Estados Unidos significa no ver a las familias en años, y ya entrados en la plática, los trabajadores del restaurante invitaron a Humberto y Guillermo a casa de uno de ellos, pues habían planeado juntarse para preparar suadero. “Todos llevaban cerveza, estuvo padrísimo”, recuerda Humberto, “nos contaron sus historias. Uno de ellos nos dijo que se fue de México a los 15 años y dejó a su novia de secundaria. Años después se arriesgó, regresó por ella, se casaron y volvieron de mojados a Estados Unidos.”

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Luego de intercambiar experiencias, Guillermo y Humberto se dieron cuenta de que, a pesar de todo, faltaba poner el fenómeno de la migración sobre la mesa: “Cuando hablamos de un paisano ilegal no le damos nuestra admiración, pero la realidad es que lo que hacen allá, a lo que se arriesgan y lo que sacrifican en definitiva la merece: se van a vivir y comer con muy poco dinero para mandar lo más que pueden a México, a una familia que a lo mejor ya no van a ver nunca, que se está rehaciendo, y ellos se quedan en Estados Unidos como máquinas de dinero, pero, ¿qué sería de la vitivinicultura de California sin los paisanos? ¿O de los restaurantes? Las cocinas están repletas de mexicanos, ¡y ni hablar de todo el dinero que mandan!”, reflexionó Humberto.

Vino Sin Border | Foto: Cortesía
Vino Sin Border | Foto: Cortesía

Así, Guillermo y Humberto, con ayuda del enólogo Ian Brand, decidieron que querían hacer un proyecto que honrara a los migrantes y encontraron un viñedo en California, ahí están produciendo dos vinos, un cabernet sauvignon y un chardonnay. El nombre del proyecto es Sin Border: “Lo que empezó como una ilusión para tener un pretexto para ir a California y que al menos se pagara el boleto mientras hacíamos algo productivo, se convirtió en una idea con un componente social”.

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Las ventas de Sin Border son para una asociación que ayuda en la defensa legal de niños con padres deportados, además de Casa Nicolás, que recibe a deportados en Laredo, personas que llegan sin dinero y sin identificación; ahí les dan comida, cama y baño, además de un tiempo para que se reagrupen y se puedan ir”, explicó Humberto.

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Vino Sin Border | Foto: Cortesía

Sin Border invita a reflexionar sobre el necesario fenómeno de la migración: más allá del vino, ¿qué sería de la industria agraria —y muchas más— sin los migrantes? ¿Qué sería de la cocina y de la cultura sin los intercambios que surgen tras la movilización de los individuos?

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Etiquetas Sin Border

Cabernet sauvignon:

Hecho con uva de Central Coast, California, y con prácticas de vitivinicultura sustentable. Es un vino de color rubí intenso, potente en naríz, con notas a frutas negras y rojas, mineralidad y especias. Amplio e intenso en boca, balanceado y de final largo.

Chardonnay:

Hecho con uva de Monterey, California, con prácticas sustentables y orgánicas en la medida de lo posible. Color amarillo paja, nariz elegante con potencia media, intenso en boca, con untuosidad, aunque predominan la frescura y la acidez.

Para más información visita mariatinto.com
Instagram: @sinborderwines

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