Ryoshi: para pedir platos al centro y sake

En el mundo del fussion, el buen gusto prevalece más allá de la mezcla.

noviembre 16, 2020

Ryoshi: para pedir platos al centro y sake

Foto: Cortesía

Los adeptos a la cocina japonesa solemos preferir esos hoyos en los que los nigiris o los caldos humeantes de fideos salen uno a uno de las manos del maestro sushero o el sensei del udon. Lugares de apenas doce asientos frente a la barra. Chiquitos, maderosos, mínimos.

La cosa es que Ryoshi está del otro lado de la fuerza: el lugar es enorme –incluso hay una sección donde se puede fumar–; su decoración incluye vegetación tropical y algunas noches de la semana los decibeles en la música se ponen a tono con los ritmos de un DJ. Pero, contra toda suspicacia, la experiencia gastronómica es buena.

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Sus platillos logran un punto salomónico en cuanto a eso que solemos llamar ‘cocina japonesa fusión’: a Dios gracias, las mayonesas de chipotle no cubren por completo los rollos; los bonito flakes y el tempura no son el pase mágico que lo cura todo.

Ryoshi es sinónimo de viernes upscale, de soltarse la corbata, de pedir platos al centro, de pedirse un sake junmai ginjo para empezar. Alejandro Pérez, el chef ejecutivo, aconsejará irse por las robatas y las preparaciones de alta cocina donde participan el fuego y el humo. Sin embargo, no hay que saltarse la barra fría.

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Las tostadas de hamachi son balanceadas y sabrosas. Las brochetas de 100% Wagyu con yuzu kosho te hacen reflexionar que quizá ese otro lugar más barato te dio gato por liebre. En el totoaba roll con aguacate y lechuga no se disfraza el producto a pesar de llevar una mayonesa de wasabi. Y es que aquí no se esconde el esfuerzo que hacen de volar producto cada tres días desde Ensenada. Lo mejor es disfrutarlo frente a la barra, en esa frontera simbólica de mármol verde que une Masaryk con Japón.

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