
No es ningún secreto: en el mundo occidental desperdiciamos toneladas de comida, literalmente. Estados Unidos se tiran 35 millones de toneladas de comida al año, y en la Unión Europea esa cantidad es aún mayor. La Comisión Europea estima que la Unión Europea desperdició 110 millones de toneladas de alimentos en el 2019, cifra que llegó a casi 139 millones de toneladas para 2020. Un nuevo proyecto patrocinado por la Unión Europea está abordando el problema al transformar gran parte de ese desperdicio en algo usable.
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El proyecto, llamado PlasCarb, tiene solo un año funcionando, pero ya ha dado grandes pasos. Planea convertir 150 toneladas métricas de desperdicio de alimentos al mes en biogás. Además de ser una fuente de electricidad, ese biogás se puede transformar en hidrógeno para usar en celdas de combustible y en grafeno, un material notablemente delgado e increíblemente fuerte que se puede usar para hacer de todo, desde raquetas de tenis hasta baterías de automóviles eléctricos.

Ya han desarrollado la tecnología para hacerlo, y parte de su grafeno está actualmente en uso. El próximo paso es aumentar su producción y llegar a un punto en el que puedan hacer uso del exceso de cáscaras, huesos y pan mohoso que todos tiramos (además de toda la comida perfectamente comestible que tiramos solo porque no nos gusta cómo se ve). Así, el desperdicio podrá tener un propósito.
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Por ahora, la gente detrás de PlasCarb continuará perfeccionando y optimizando su proceso y llevando su mensaje hacia afuera: exaltando las virtudes de la fruta podrida en conferencias en toda Europa.
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