Tenemos que hablar de Anthony Bourdain

Los chefs mueren todo el tiempo, y nadie habla de eso. Hay un millón de razones para esto, pero la realidad es que sucede constantemente y solo se habla en voz baja para que nadie se incomode. Los sentimientos de otras personas son incómodos, y nosotros, como cultura, somos excepcionalmente malos para hablar de ellos. […]

junio 12, 2018

Tenemos que hablar de Anthony Bourdain

Foto: Mike Pont/ Getty Images

Los chefs mueren todo el tiempo, y nadie habla de eso. Hay un millón de razones para esto, pero la realidad es que sucede constantemente y solo se habla en voz baja para que nadie se incomode. Los sentimientos de otras personas son incómodos, y nosotros, como cultura, somos excepcionalmente malos para hablar de ellos. Todos tememos empeorar las cosas o ver a alguien de otra manera o hacer que nos vean en un estado vulnerable. Pero a mi modo de ver, tienes que lidiar con la ligeramente incómoda situación de tener a tu cocinero llorando frente a ti, o llorar en su funeral. Siento hacer que suene tan horrible, pero lo es. Especialmente ahora. Anthony Bourdain se suicidó. No sé por qué. Incluso si lo supiera, no importaría, porque no se puede deshacer o hacer que los demás se sientan mejor. No había absolutamente nadie en el mundo como él, y la frase constante de chefs, escritores y amantes de la comida que conocí a través de mi trabajo como periodista era, “Quiero ser Anthony Bourdain.” Eso duele especialmente hoy. Solamente podemos asumir que él ya no quería ser Anthony Bourdain, y resulta doloroso e increíble y de alguna forma aún irreal que alguien con la fama, riqueza, respeto, admiración y oportunidad que él tenía, no quisiera seguir vivo. Lo conocí lo suficiente para hablar de cosas bastante profundas de vez en cuando y para decirla la última vez que lo vi que estar enamorado le sentaba realmente bien. El estuvo muy de acuerdo. El mundo vio lo que comió y cómo viajo. Escucho su fuerte opinión sobre las cosas que no aprobaba e incluso quizás más fuerte sobre las cosas que le gustaban. Se tomó grandes molestias para defender las cosas y las personas que le importaban profundamente. Durante un tiempo, se preocupó por la heroína y otros excesos, pero ya no parecía importarle en los últimos años. Aún así, eso lo fijó en la mente de muchas personas—especialmente las que se sienten atraídas por las cocinas—como un nihilista, una estrella de rock, un chico malo, un capitán pirata que considera la autodestrucción y la adicción al trabajo como una insignia de honor, e hicieron lo más posible para imitarlo. Pero incluso Bourdain ya había dejado esos días atrás y expresó su gran arrepentimiento ante la cultura “cabeza hueca” que había hecho metástasis a partir de su crónica sobre la vida en la cocina, Kitchen Confidential. Habló de manera precisa y apasionada sobre las fallas de la industria, incluida la propia, y la cultura en general. Nombró a las personas, molestó a las colmenas, atacó montañas. La primera vez que nos conocimos, fue porque escribió algo que no me gusto, luego escribí algo que no le gusto, y luego llovió fuego sobre mí en Twitter y me dio terror. Pero no me retracté y eso le gusto. Amigos en común nos dijeron (a ambos) que estábamos en el mismo lado, incluso aunque no lo supiéramos y cuando finalmente lo conocí en persona, se agachó— Dios, era un hombre alto— y dijo, “Vamos a ser amigos.” Y de repente estábamos en el mismo lado. Su lado era el de las personas que trabajan en restaurantes. Amaba a los lavatrastes, porteros, bartenders, ayudantes de barra, los cocineros, los ayudantes de cocina, los sous chefs y los chefs famosos cuyos nombres eran los mismo que los del restaurante. Y aquí me paro yo, orgullosamente con él. Yo llevo el sitio web llamado Chefs With Issues, y es una plataforma para hablar del doloroso tema tabú de la salud mental y la industria de los restaurantes. Así es como supe que los chefs mueren todo el tiempo, de formas repentinas y en lentas y largas caídas. Algunas veces es un accidente, pero demasiado a menudo, es por su propia mano y no puedo seguir viendo como sucede otra vez. No trabajo en restaurantes, pero he estado al borde de ese precipicio una o dos veces, y el acto de autopreservación más aterrador que jamás haya cometido fue hacer público ese hecho. Es completamente aterrador, abrir tu cofre para mostrar las partes más feas y oscuras de ti mismo a alguien que quizás no entienda. Pero así es como entra la luz. En la comunidad de Chefs With Issues, son los trabajadores de restaurantes de todo el mundo quienes comparten cientos de rayos de luz, y solo rezo para que podamos guiar a más personas hacia un lugar seguro. Deseo con todo mi corazón que Tony haya llegado a nuestro lado. Hoy murió un chef. Hablemos de eso.

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