Hugo El Wine Bar me recordó la emoción de descubrir nuevos lugares

Este lugar de vinos naturales me recordó por qué me gusta tanto descubrir nuevos rincones para comer.

abril 5, 2021

Hugo El Wine Bar me recordó la emoción de descubrir nuevos lugares

Foto: Juan Pablo Espinosa

Llegué el domingo a las 8 de la noche y el lugar estaba lleno. Me senté en la barra (siempre es mi lugar favorito) y Luis, que estaba detrás de ella, me platicó un poco sobre los vinos y me recomendó un par de platillos en el menú. Mientras decidía qué pedir, miré a mi alrededor. Hugo es un lugar de diseño limpio, iluminación cálida y música en el volumen perfecto para adultos contemporáneos: suficientemente fuerte para sentirte ambientando, pero no es escandaloso y te impide platicar. 

Y de vuelta a la elección del menú, empecé con un tinto —todos los vinos de su carta son naturales—, Va Te Faire Boire y lo acompañé con una tártara de res y una papa rosti con crème fraîche. Un inicio goloso. Seguí con una copa de un rosado español llamado Amanda, que maridé con dos ensaladas frescas: la primera de radicchio y la segunda de cangrejo con apio y mostaza. Y perdón por caer en el lugar común, pero he de decir que cerré con broche de oro en toda la extensión de la palabra. Con un cheesecake vasco del que pedí doble ración —no se vale juzgar— y una copa de burbujas italianas: Col Fondo. 

Terminando ese festín, me quedé dos horas más sentada en la barra, viendo a los comensales sentados afuera, reírse, disfrutar de su comida y su copa de vino. Algo que extrañaba con locura y ni siquiera me había dado cuenta. Y para acompañar mi people watching pedí un negroni (bueno, dos) que Luis preparó frente a mí con maestría, con una receta clásica e infalible.

Después, Isabel Castillo —copropietaria del lugar— se dio una vuelta para asegurarse de que todo estuviera bien y platicar un poco de sus vinos preferidos, y “Mikey” (Michael Crespo, el chef del lugar), salió de la cocina para preguntar qué tal había estado la comida. Los dos me recordaron por qué me gusta tanto descubrir lugares nuevos, hablar con los que los concibieron, contagiarme de su emoción por la novedad y disfrutar nuevamente de la razón de ser de los restaurantes: restaurarnos. Restaurarnos el ánimo, el antojo y saciar nuestra sed.

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