Desde su toma de posesión en 2019, el presidente brasileño Jair Bolsonaro ha acelerado la destrucción de zonas ambientalmente sensibles como el Amazonas. Como muchos otros ecologistas, me pregunto qué puedo hacer para ayudar a frenar la agenda de devastación de la biodiversidad -de un líder en un país que no es el mío.
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Resulta que una cosa que puedo hacer es beber. A través de su proyecto Un-Endangered Forest, la gente de Novo Fogo, una marca de cachaça, la bebida alcohólica nacional brasileña, tiene la misión de proteger y reponer los árboles en peligro de extinción y los hábitats vitales del país. Mientras me preparo un coctel con Novo Fogo Silver, o bebo una expresión envejecida en barrica, estoy apoyando a una de las marcas de bebidas espirituosas más sostenibles del mundo y estoy contribuyendo al cuidado de la selva tropical brasileña.
El proyecto es obra del fundador de Novo Fogo, Dragos Axinte. Nacido en Rumanía, Axinte emigró a Estados Unidos hace dos décadas, cuando tenía 18 años. Su familia se instaló en Seattle, donde convirtió la pistola de soldar ColdHeat, un invento de garaje del padre de Axinte, en un negocio global. Cuando el trabajo lo llevó a Brasil en 2005, Axinte se enamoró del país cuyas estrellas de fútbol había idolatrado de niño.
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Más aún, se enamoró de la cachaça, un destilado de caña de azúcar con el sabor dulce y herbáceo de su ingrediente base. Los brasileños mezclan la cachaça sin envejecer en la caipirinha, una mezcla trascendental de lima, azúcar y alcohol que es la bebida nacional de Brasil. La cachaça añejada, de color ámbar por el tiempo en barricas de madera, se disfruta sola. Miles de productores elaboran esta bebida, muchos de ellos en pequeñas granjas agrícolas. Se importan pocas cachaças, por lo que en 2010 Axinte creó su propia marca con la intención de llevar más bebidas espirituosas a Estados Unidos.
La destilería Novo Fogo de Axinte está situada cerca de la ciudad colonial de Morretes, en una zona protegida de la Mata Atlántica de Brasil. La Selva Atlántica, que en su momento era del doble de tamaño que Texas, se ha reducido en 88% debido a la tala de árboles y al desmonte para granjas y ranchos. No obstante, es la segunda mayor reserva de la biosfera de la UNESCO, y alberga más de 20.000 especies de plantas y animales, muchas de ellas en peligro de extinción.
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Novo Fogo confía en el terruño de este bosque para obtener las notas florales, tropicales y terrosas de su cachaça, por lo que el entorno dicta sus métodos de producción. Como dice Axinte, “el compromiso de Novo Fogo con la sostenibilidad y las prácticas respetuosas con el medio ambiente se ha incrustado literalmente en la tierra que cultiva nuestra caña de azúcar.”
La caña de Novo Fogo se cultiva de forma orgánica, sin utilizar productos químicos que puedan dañar la delicada ecología del bosque. En lugar de quemar los campos o cosechar a máquina, los trabajadores cortan la caña a mano con machetes. El personal es asalariado con beneficios, en lugar de ser pagado por la cantidad cosechada (como es habitual), por lo que la operación favorece la calidad sobre la cantidad. En un proceso de cero residuos, los trabajadores prensan el jugo de caña, lo fermentan con levadura autóctona y lo introducen en la destilería. La pulpa sobrante se reserva como abono para los campos o se quema para obtener el vapor que alimenta los alambiques de cobre.
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La cachaça resultante es rica y resalta el sabor del terruño de Morretes. Tras un año de reposo en tanques de acero inoxidable, la cachaça plateada sabe a frutas tropicales y cítricos, a rocío de mar y a hierba verde y dulce. Las expresiones añejadas huelen a moca y especias. Lo más intrigante son las cachaças de la Serie Dos Maderas. Añejadas tanto en roble americano usado como en madera dura brasileña reutilizada o cosechada de forma sostenible, la cual revela los sabores de árboles específicos. La madera de cebra brasileña recuperada de una casa deconstruida da al Novo Fogo Tanager un color ámbar intenso y sabores de caramelo, madera de cerezo y amaro amargo. La Graciosa, acabada en castanheira do Pará, un árbol de nogal brasileño, ofrece el rico y leñoso picor de un centeno combinado con sabores de frutas tropicales. El Colibri, mi preferido, que pasa por barricas de roble y de amburana brasileña, tiene un aroma a coco, piña y vainilla. Es delicioso en un highball, así como en todo tipo de bebidas al estilo tiki.
Todas las expresiones forman parte de una sólida tradición de cachaça añejada que comenzó hace siglos, con el transporte de la bebida espirituosa en barricas de madera a medida que Brasil se extendía hacia el oeste, dice el director de marketing de Novo Fogo, Luke McKinley. En la actualidad, el 90% de lacachaça se envejece en barriles. Eso ha sido parte de los problemas medioambientales de la industria. La producción de cachaça, la quinta categoría de bebidas espirituosas del mundo, ha contribuido a la extinción de más de 300 especies de árboles brasileños.
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Pero la serie de Two-Woods de Novo Fogo es diferente. La empresa verifica minuciosamente toda la madera brasileña que emplea. Además, la serie es una forma de destacar el proyecto de Novo Fogo “Un-endangered Forest”. En colaboración con la Dra. Silvia R. Ziller, experta en silvicultura sostenible, Novo Fogo tiene la misión de repoblar más de 30 especies de árboles en peligro de extinción en la Mata Atlántica. Los biólogos del proyecto se adentran en la selva, cartografiando la ubicación de los “árboles madre”, cuyas semillas se recogen, se convierten en plántulas y se plantan en la destilería y en las propiedades vecinas.
Ziller informa que desde el 2018 se han plantado 1,444 plantones de más de 20 especies en 20 propiedades. El objetivo es producir unas 500 plántulas al año para su distribución. “Mientras que la mayoría de los proyectos de restauración forestal se centran en el restablecimiento de árboles en áreas deforestadas, utilizando especies pioneras de rápido crecimiento, Un-Endangered Forest está trabajando en el siguiente paso”, dice. “La idea no es producir un gran número de plántulas, sino una cantidad significativa de especies amenazadas y raras que deben distribuirse ampliamente en el paisaje para ayudar a la recuperación de las poblaciones a largo plazo”.
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El equipo tiene previsto ampliar las plantaciones a otros municipios en el futuro, siguiendo el progreso de cada nuevo árbol con una huella digital única. Las maderas brasileñas son de crecimiento lento. “Puede que algunos de estos árboles tarden 10 o 20 años en empezar a producir sus propios frutos, pero seguro que para entonces habrá muchos más en el bosque”, dice Ziller.
Novo Fogo destina 3 dólares por cada caja vendida para apoyar el proyecto Un-Endangered Forest, las ambiciones de Axinte son grandes. “Creemos que, dentro de unos años, nuestro proyecto puede alcanzar niveles nacionales y convertir el número de estas especies en millones de ejemplares, para acabar sacarlas de la lista de especies amenazadas”, afirma.
Con una copa de Novo Fogo Colibri en la mano, ese es un futuro por el que puedo brindar.
Para más información sobre Novo Fogo, visita su sitio.
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