Todos estamos acostumbrados a ver el salero en la mesa al momento de comer, pero este hábito está derivando en una consecuencia nociva para nuestro sistema inmunológico.
La sal está compuesta por iones de sodio y cloruro, en unos 2,5 gramos de sal hay aproximadamente 1 gramo de sodio, dicha sustancia es esencial para que el organismo mantenga el equilibrio de los líquidos, transporte oxígenos y nutrientes, además de permitir que los nervios se estimulen. Sin embargo, un consumo no moderado de la sal puede ser completamente negativo para la salud, expertos recomiendan que los adultos no consuman más de 6 gramos de sal al día.
Desde hace años ya se sabía que el exceso de sal aumenta el riesgo de hipertensión arterial, este padecimiento provoca que las arterias, encargadas de transportar la sangre por el organismo, pierdan elasticidad y se endurezcan, lo cuál afecta el trabajo del corazón y los riñones. Y ahora a la lista se le suma una deficiencia en el sistema inmunológico.
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Además de las afecciones a la presión arterial y de un mayor riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares, un mal hábito del consumo de sal también se relaciona con padecimientos como osteoporosis, cáncer estomacal y distintas enfermedades renales.
Como si eso no fuera suficiente, un reciente estudio realizado por la Universidad Hasselt en Bélgica, ha revelado que el consumo excesivo de sal representa una amenaza para el funcionamiento del sistema inmunológico.
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De acuerdo con Max Delbrück, profesor de dicha universidad, el consumo de sal puede afectar las células inmunitarias en diferentes formas. La sal interrumpe o suprime la actividad de la mitocondria, lo que no solo afecta la producción de energía por parte de este organelo, sino que también se ha revelado que la sal puede dañar las células del sistema inmunológico.
El experto indicó que si la sal interrumpe el funcionamiento del sistema inmunológico durante un largo periodo de tiempo, podría terminar en el desarrollo de enfermedades inflamatorias o autoinmunes para el cuerpo. Después de una extensa investigación, se concluyó que a mayor consumo de este ingrediente, menor es el funcionamiento de la mitocondria.
La buena noticia es que si una persona deja de consumir sal, la mitocondria puede volver a operar con normalidad, pero si sigue recibiendo grandes cantidades por un tiempo largo puede que jamás llegue a recuperarse por completo, así que ya sabes: más vale bajarle tantito a la sal.
