En el scroll infinito de mi cuenta de Instagram —un deporte internacional, en estos tiempos de distanciamiento— me topé con el video de una chef cocinando con su abuela. Hacían bread pudding en esa ocasión. Su dinámica era la dosis de azúcar que necesitaba en ese momento: enternecedora, espontánea y, si ven en hornear una terapia, muy útil.
“Es como tener una enciclopedia en casa” escribió Bianca Castro-Cerio, la repostera en cuestión, en un mensaje de texto. “Ella ha vivido mucho y sabe muchas cosas”.
La cocina de Norma Trenti fue la primera escuela de Bianca. Su abuela, de raíces italianas, inculcó en ella eso que aprendió en la vida, nociones básicas del pasado —como que no hay que desperdiciar comida o que es mejor preparar las cosas de cero—. Ya saben, cosas que dicen los abuelos y que hoy cobran un sentido rotundo y enriquecedor.
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“Sus papás son de los primeros italianos que llegaron a Baja California en 1925, una familia tradicional italiana que estuvo en campos de concentración en la primera Guerra Mundial” me contó Bianca más tarde. “Se crío en un rancho en Tecate donde había un huerto, animales, una pequeña vinícola” y un sótano con una reserva de alimentos, suficiente para un año, “por si había otra guerra”.
En un video, Norma agregó que de niña siempre tenía las manos ocupadas en el rancho: haciendo requesón, quesos, mantequilla o atendiendo la huerta de su madre. En sexto de primaria aprendió sobre repostería en la escuela, a los 18 ya se dedicaba de lleno a vender postres y a los 20 tenía todas las herramientas para hacer un pastel de boda (su boda).
Bianca y Norma empezaron un negocio juntas, vendiendo pasteles y postres para eventos y restaurantes, hace veinte años. Son una mancuerna que se complementa. Una tiene nociones de diseño, moda y administración, otra tiene recetas de familia que han pasado de generación en generación.
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Como ocurrió con muchos negocios familiares, las actividades cotidianas de Bianca y su abuela se vieron interrumpidas por la contingencia. Los eventos se cancelaron y los pedidos de postres también.
Desde su casa, en la que ya llevan 44 días en resguardo, encontraron nuevas formas de expresar su oficio —benditas las redes sociales—, de hacer llegar sus postres a una nueva clientela —benditos los que viven en Mexicali— y de compartir lo que saben hacer bien: cocinar juntas, desde hace dos décadas.
Ambas comparten esta receta de galletas de avena, para que las pruebes en casa.
