
Al cruzar la puerta Kajiimiya –recuperada con mimo desde 1703– del Hotel The Mitsui Kyoto, uno siente cómo el tiempo se difumina. Se abre paso un bosque de bambú que susurra historias milenarias. El aire se llena de promesas: de silencio, de asombro. Caminar por esos senderos es caminar hacia un corazón que palpita al compás de lo que fue y de lo que siempre será.
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Diseñado por Akira Kuryu con la sensibilidad de André Fu, el hotel se erige como un haiku de madera y piedra: líneas puras, maderas nobles de nogal y ciprés, ventanas que enmarcan la naturaleza como si fueran grabados Ukiyo‑e. El jardín interior, corazón del conjunto, abraza todos los espacios: es un remanso donde cada hoja, cada piedra y cada trazo de musgo compone un verso visual.

Las habitaciones son reliquias contemporáneas. Tatamis bajo los pies, madera cálida en los muebles, baños de piedra con bañeras profundas —cada una ofrece un escenario para la introspección. En la Suite Onsen, se funden jardín privado y aguas termales: sumergirse allí, al alba o al crepúsculo, es una experiencia de comunión con lo natural y lo espiritual.
Cada espacio susurra, enseña a escuchar el silencio. La luz se filtra suavemente, generando penumbras que acunan la mente y despiertan la contemplación. Es un templo harmonioso.”
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Imagínese el vapor ascendente, el canto lejano de un cuervo, los últimos rayos del día reflejándose en el agua tibia. La línea que separa lo exterior de lo interior se difumina. Se entra en el espacio, se entra en uno mismo.
En el spa, el manantial propio brota con latido ancestral: agua que limpia, que purifica la piel, pero también que atenúa el ruido del mundo. Baños colectivos en calidez compartida, opciones privadas, masajes shiatsu que liberan los nudos del cuerpo y del espíritu. Aquí se busca reconectar con la corriente vital que fluye en nosotros.

Cada sesión es un rito, cada gota un verso. Y al salir, el aire de Kioto se siente más nítido… y nosotros, más vivos.
Toki, bajo la batuta del chef Tetsuya Asano, es un escenario donde la técnica francesa y la inspiración japonesa se entrelazan como un tallo de bambú en un ikebana. Cada plato es un diálogo: texturas suaves, sabores inesperados, armonías que trascienden el paladar y llegan al corazón.
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Forni trae el horno de leña europeo, reinterpretado con un dejo japonés: pan crujiente, verduras asadas, esencias de bosque que parecen susurrar entre el humo. The Garden Bar despliega cócteles estacionales junto al jardín: destilados mezclados con hierbas locales, pétalos, frutas silvestres… cada bebida es un haiku líquido, servido con elegancia.
En el íntimo Shiki‑no‑ma, construido en ciprés hinoki, se revive la ceremonia del té. El silencio se adensa, las infusiones humean, las conversaciones se vuelven confidencias. Un espacio para la mirada pausada, para el asombro compartido.

Tuvimos la suerte de escuchar las voces que encarnan una misión
Yoshihito Kaseda, General Manager de Hotel The Mitsui Kyoto
Con un recorrido en estrellas desde Hilton Tokyo Bay hasta Claridge’s de Londres, su nombramiento el 1 de julio de 2025 señala una nueva aurora. Cual maestro de ceremonia, pone el foco en la experiencia sensible:
“Es un honor ser parte de este lugar que encarna la estética japonesa. Junto a nuestro equipo, haremos de cada visita un recuerdo eterno, enraizado en el pulso de Kioto.”
Su liderazgo rezuma humildad y ambición: preservar la esencia, elevar la vivencia, ensanchar el corazón de cada huésped.
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Manabu Kusui, Cluster General Manager y GM entrante de Hotel The Mitsui Hakone
Pilar de la apertura del Mitsui Kyoto en 2020 y voz clave en cada rincón del hotel, ahora asume también Hakone (apertura prevista en 2026). Con una trayectoria forjada en Hyatt, Mandarin Oriental y Ritz‑Carlton Tokyo, su rol se expande hacia montañas y manantiales volcánicos:
“Kyoto y Hakone resonarán como dos notas de una misma melodía. Muy pronto, el murmullo del bosque de bambú se unirá al canto de las aguas termales.”

Kowakudani, en Honshu, se prepara para recibir el Hotel The Mitsui Hakone. A poca distancia de los onsen volcánicos y bajo la mirada, en ocasiones neblinosa, del monte Fuji, este templo natural será una extensión viva del concepto “Embracing Japan’s Beauty”. Mientras Kioto enseña la elegancia del bambú y la flor del cerezo, Hakone mostrará la profundidad del musgo, el calor de las aguas subterráneas y el silencio del bosque.
Así, la saga Mitsui no concluye, sino que se expande: dos gemas de la hospitalidad nipona enlazadas por la delicadeza, la autenticidad y la belleza.
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Visitar el Hotel The Mitsui Kyoto es detenerse, es despertar. Es revelarse ante la poesía de los espacios. Con la llegada de Yoshihito Kaseda y la presencia siempre guía de Manabu Kusui, la experiencia se renueva, se enaltece.
Y muy pronto, cuando las primeras vapores asciendan en Hakone, sabremos que un segundo verso ha sido escrito: un haiku que une dos paisajes, dos almas, dos formas de decir Japón.

Sigue a la autora: @debybeard
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