Es una cocinera que encarna el espíritu binacional de la frontera: nacida en San Diego pero formada en Tijuana —en los salones del Culinary Art School—, con un pie en las cocinas de los restaurantes de aquí y de allá, su cocina era de esperarse: es un reflejo de este vaivén migratorio.
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En Tijuana, su ciudad base, llevamos un tiempo tras sus pasos: ocupando el puesto de chef de cuisine en el restaurante Misión 19 de Javier Plascencia, haciendo de las suyas —como platos de noodles ultra confortantes— en alguno de sus food trucks, Don Ramen o Azarosa, o compitiendo con sus pares en la primera temporada del reality show Top Chef México.
Siempre echada pa’lante, la de Adria ha sido una presencia, en la vida y en la cocina, que es imposible no notar. Si Don Ramen y Azarosa fueron unos hits, Georgina es su álbum completo, su gran proyecto como solista.
Un fine dining que hace espacio para la dulzura de un brunch de campeones con unos pancakes de limón con ricotta y a las influencias. Échenle un ojo a los betabeles rostizados con crème fraîche, a las pastas o al cachete de cerdo caramelizado para comprobarlo.
