
Si alguien representa la época dorada de la exploración victoriana, fue Richard Francis Burton (1821-1890); consumado políglota, dominaba el árabe lo que, sumado a su conocimiento de las costumbres nativas, lo llevó a disfrazarse para visitar, en 1853, la ciudad sagrada de La Meca, una temeridad para cualquier infiel, de mortales consecuencias de descubrirse su identidad.
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De aquella experiencia surgiría Mi peregrinación a La Meca, crónica enriquecida con enciclopédicas descripciones de la cultura y religión musulmana, que hasta entonces resultaban herméticas para el mundo occidental.

Así se comía en La Meca
Antes de abandonar la ciudad sagrada fue invitado a cenar por uno de sus prominentes habitantes, brindándonos una descripción del servicio dispuesto para agasajarlo: Nos sirvieron la cena en un sini, una bandeja de cobre de cerca de metro y medio de diámetro, bellamente decorada con arabescos e inscripciones. La apoyaron sobre un kursi, un taburete construido en madera de sándalo con incrustaciones de madreperla, distribuyendo sobre la bandeja un reluciente servicio de cobre estañado.
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Durante la velada, el infiltrado británico probaría diversos platillos, desde estofados con espinacas y flor de jamaica, llamado localmente bamiyah, hasta las tradicionales hojas de parra rellenas de carne especiada de cordero, seguidos por un kunafah, elaborado con fideos finos endulzados con miel, con azúcar blanco molido espolvoreado encima, acompañados de pan al estilo oriental con un sabor y calidad muy superiores al infame chapati indio, acota con severidad.

No faltaron manzanas y membrillos estofados, al igual que rebosantes fuentes con rebanadas de melón, granadas desgranadas y otras frutas y verduras, como sandías, dátiles, limones, uvas y pepinos; a éstas le antecedería un aromático raha, que incluía agua de rosas entre sus ingredientes, lo que le merece al invitado un sarcástico comentario al margen: Este postre sería muy agradable si no fuera por su fuerte olor a peluquería.
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Un personaje fantástico
A la par de Henry Livingstone, Burton es el más afamado explorador británico. La película Las montañas de la luna (Bob Rafelson, 1990) aborda sus andanzas africanas a la búsqueda de las fuentes del Nilo, con su colega John Hannig Speke.

Tradujo por primera vez al inglés Las mil y una noches y el Kama Sutra, y como personaje de ficción protagoniza El fabuloso barco fluvial, novela de ciencia ficción de Philipp José Farmer.
De ayunos y bocadillos

Durante el mes del Ramadán los musulmanes ayunan durante el día. Durante la época que Burton visitó clandestinamente La Meca, ésta era abastecida a diario por caravanas de hasta un centenar de camellos. Ya desde entonces se comían los bocadillos de carne conocidos como kebabs, y también preparaban té con agua de rosas.
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