Vive el lado enigmático de San Diego en The LaFayette Hotel — Kimberly Motos

Diferentes son los adjetivos que describen este hotel, que es más que sólo un lugar en donde dormir. LaFayette es retro con sus tapices que adornan áreas comunes y habitaciones, que van desde rojos aterciopelados hasta patrones que abarcan tonalidades verdes y doradas; es hollywoodense, pues remite a los años 50 cuando era visitado por celebridades de la talla de Nina Simone y Frank Sinatra, con candelabros colgando de los techos y pisos alfombrados. Es enigmático, pues cada puerta da la bienvenida a espacios que no te imaginarías están ahí, dando forma a un hotel boutique que de pequeño no tiene nada.

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LaFayette también es diversión, originales tragos y exquisita comida. Creado por Tao Group cuyos dueños son todos locales para resaltar una estética urbana y vintage -con personal que parece sacado de un filme de Wes Anderson que solamente encuentras en San Diego, otro de los pilares que componen la esencia de este lugar es la coctelería.

En las habitaciones, con un bar único o en su tipo o que al menos difícilmente encuentras en estos tiempos, con todo tipo de licores, pero también garnishes y todo lo necesario para armarte unos deliciosos cócteles en la privacidad y comodidad de tu cuarto, y donde además puedes encontrar un recetario. Su Beginners Dinner, abierto las 24 horas, continúa con esta bandera al incluir en su menú malteadas con un toque de alcohol. Finalmente, un primer bar al interior del hotel apenas pasando el lobby, al centro el mismo exquisito diseño bancos en la barra tapizados y con flequillos colgando cuya continuación va a la parte exterior de cada a la piscina.

Mención aparte merece Quixote, su restaurante de cocina oaxaqueña a cargo del chef poblano, José Cepeda, y que es la opción perfecta para la cena. Su concepto tampoco falla, con vitrales y ornamentos llevados a San Diego desde una auténtica iglesia de Oaxaca que componen el centro del restaurante en donde también se encuentra la barra, y que está circundado por un salón más privado que representa el cielo -luz blanca y al final una escultura de lo que parece ser una virgen y del otro lado el infierno con abundancia de luces rojas.

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Pero el diseño es sólo la antesala de una espectacular cocina, al grado de ser favorito entre locales que llenan las mesas incluso un lunes por la noche. Entre los platillos se puede encontrar un exquisito pipián con pulpo, un jugoso cordero a las brasas, o el original crab corn doughnut, cuya base remite a un salbute y no sorprende ya que la ideal del platillo surgió durante un viaje en Mérida de Cepeda y es coronada con caviar y emulsión de chili. La joya de la corona es el postre son los fritters, bolitas de masa rellenas de arroz con leche como homenaje a su abuela, simplemente comfort food.

Para completar la experiencia, LaFayette cuenta con un salón de juegos en donde puedes jugar boliche, billar o encestar la pelota, todo acompañado de un rico cóctel. O cerrar la noche con una sesión de jazz en Lulus Jungle.