
La flor de cempasúchil es representativa de la cultura mexicana gracias a la tradición del Día de Muertos. Su imagen y significado se han extendido por el mundo hasta formar parte del imaginario colectivo gracias a los estudios culturales, el turismo y el cine primordialmente. Con todo, en tiempos recientes y no tanto su auge también ha crecido en el terreno gastronómico, tal como te mostraremos a continuación.
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Un sol a la mitad de la noche
El nombre cempasúchil se deriva de las palabras del náhuatl cempoalli, que significa veinte, y xochitl, que quiere decir flor. Esto se debe a su forma, pues da la impresión de estar formada por varias flores. El continente americano cuenta con 58 variedades, de las cuales 35 son endémicas de México. Su tallo puede medir hasta 1 metro de altura y sus botones tienen un diámetro de 5 centímetros. En los días 1 y 2 de noviembre es cuando alcanza su color y aroma más intensos.

En el pasado, los mexicas vincularon las características del cempasúchil con el sol, de ahí que lo consideraran una flor representativa de la vida y, por lo tanto, también de la muerte. Su visión dual, pero no antagónica, les permitió crear esa imagen fundamental y poética de la flor de veintes flores: un camino de luz amarilla en medio de la noche que conduce a los muertos hacia sus seres queridos que aún se encuentran vivos. En esto radica su importancia a la hora de adornar altares, calles y panteones a lo largo y ancho del país.
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Pero el empleo del cempasúchil no se limita a la ornamentación durante el Día de Muertos. Su aprovechamiento abarca también lo medicinal (en tés que sirven para combatir la fiebre y problemas del estómago, por ejemplo), los tintes naturales para textiles y alimentos, las artesanías, la aromaterapia, los aceites esenciales y, desde luego, la gastronomía.

Comerse al sol otoñal
El uso de las flores de cempasúchil orgánicas es cada vez más común en la cocina, no sólo como mero elemento decorativo, sino como protagonista del plato. Puede añadirse a la masa del pan, estar presente en sopas y cremas, e incluso en postres como parte de jarabes y helados. En este caso, se sugiere retirar los estambres, callos y pistilos, así como la base blanca de los pétalos, para evitar un sabor amargo.
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Para cocinar es importante tener a la mano flores de cempasúchil orgánicas, en tanto que conocemos su procedencia. Ahora bien, si no sabemos de dónde vienen, lo mejor es sumergirlas en bicarbonato con agua siguiendo la siguiente proporción: dos cucharadas por cada litro. Después habrá que lavarlas y desinfectarlas como a cualquier producto vegetal; aun así, no existe garantía de que resulten seguras para el consumo humano, por lo cual insistimos en optar por cempasúchil orgánico.

En lo que se refiere a bebidas, existen cervezas que han experimentado con el sabor del cempasúchil (presentan un tono entre amarillo y naranja brillante, con una espuma beige que resulta peculiar, y ciertas notas aromáticas), sin olvidarnos del clásico curado de pulque.
¿Y tú has probado alguno de estos alimentos con cempasúchil? ¿Te gustaría comerte al sol otoñal en una flor?
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