
La estética brutalista nació en el Reino Unido en la década de los cincuenta durante la reconstrucción de la posguerra. Su principal precepto era dejar materiales de construcción y elementos estructurales al desnudo para privilegiar el sentido utilitario en las viviendas.
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Podría decirse que el brutalismo fue un movimiento espontáneo que nació a partir de la necesidad de construir de forma honesta, sencilla y funcional, y justo de esta forma nace la máquina de expreso Concrete, de la firma AnZa.
En 2014 Per Ivar Selvaag y Andrew Smith trabajaban en un estudio de diseño en Berkeley y para llegar a su oficina, pasaban todos los días por un pequeño local en el que reparaban máquinas de café. Notaron que casi todas las cafeteras eran iguales: acero inoxidable, muchos botones, palancas poco estéticas. La función sobre la forma.

A partir de esta curiosidad y de su formación en diseño industrial, se pusieron a dibujar los primeros bocetos de una máquina de café concebida de manera diferente; debía integrar, además de su función primaria, una estética sencilla y materiales expresivos que aportaran un elemento de diseño a la cocina. Y así, sin buscarlo, nació el modelo Concrete, un electrodoméstico brutalista.
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La Concrete es una pieza estéticamente amigable que elimina el drama visual de botones, diales y múltiples palancas. Su función es sencilla: preparar un buen café y armonizar el espacio.
Para sus fundadores, los productos de AnZa están muy dirigidos a arquitectos y diseñadores que además son amantes del café, lo que les ha permitido llegar a muchos mercados, incluyendo México.
El precepto “less is more” que hoy rige a muchas industrias es la clave de esta original máquina de café, una pieza que aporta funcionalidad y al mismo tiempo un discreto diseño que nos encanta.

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