Seguro te ha pasado que estás en casa y se te antoja una copa de vino, así que abres la botella y, después de tomártela, no sabes qué hacer y piensas en congelarlo… ¿Es buena idea?
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Aunque es un hecho que los vinos (como todo lo bueno de esta vida) son delicados y tienes necesidades de almacenamiento muy específicas, sí puedes congelarlos. Checa estos tips para hacerlo de forma adecuada:
Se vale congelarlo, pero sólo por algunos meses. Lo más recomendable es que lo consumas poco tiempo después de haberlo metido a congelar para que no pierda su calidad.
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Asegúrate de conservarlo en una botella de vidrio y con el espacio suficiente para que se expanda sin que se rompa. ¡Evita las botellas de plástico!
Antes de guardar la botella fíjate que esté bien cerrada, de preferencia con un tapón hermético para evitar la oxidación del vino.
Cuando decidas terminarte esa botella pendiente, descongela poco a poco. Lo mejor es que primero lo dejes un tiempo dentro del refrigerador para que se descongele lentamente, olvídate de sacarlo de inmediato a temperatura ambiente; esto alterará su sabor.
Si vas a congelar tu vino, procura que sea con la temperatura adecuada (alrededor de 6º C), la cual que puede variar dependiendo del grado alcohólico. Entre más alcohol, menor es la temperatura de solidificación.
Los vinos más adecuados para congelar son los vinos blancos y rosados jóvenes. Debido a la presencia de taninos, los vinos tintos pueden perder algo de su sabor y estructura al congelarse.
Toma en cuenta que el sabor del vino cambiará después de congelarlo, así que puedes considerar utilizarlo mejor para preparar algún cóctel o algún platillo.
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