El 17 de abril se celebra el Día del Malbec, una iniciativa de Wines of Argentina para celebrar su varietal de bandera. Pero, a diferencia de otras uvas argentinas -como la Torrontés- el Malbec no nació en suelo latinoamericano.
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Un poco de historia
El Malbec es un varietal francés, oriundo de Cahors, una pequeña apelación al sur de Burdeos, eternamente vigilada por los Pirineos. Como sucedió con muchas cepas locales, fue barrida por la filoxera, una plaga atroz que devastó viñedos por toda Europa. A la hora de replantar las vides, los productores franceses eligieron hacerlo con varietales más populares.
Por suerte la Côt, su nombre más usual en Francia, ya había viajado a Sudamérica. Llegó a Chile, bajo el brazo de algún agrónomo inmigrante, y saltó Los Andes para encontrar su nuevo hogar: Mendoza. Sol andino y suelos cuyanos fueron la receta perfecta para la nueva expresión del varietal. Dijo adiós a esos tintos que daba en el Viejo Mundo, austeros y tánicos, para ser amable, frutada y seductora. El Malbec Argentino había nacido.
Su recepción local e internacional fue inmejorable. Hoy hablar de Malbec en el mundo significa hablar de Argentina. Y ya no solo de Mendoza, se cultiva de norte a sur, en los rincones más recónditos del país, dando etiquetas que expresan las bondades de su terruño.
Malbec en números
El Malbec es el varietal más plantado en Argentina, representando casi un cuarto de la producción total de uvas en el país. Su crecimiento a través de los años ha sido casi exponencial: sólo desde el 2010, la superficie plantada de Malbec aumentó un 195%.
Claramente es el vino argentino favorito para los consumidores del mundo, su venta en el exterior representa más del 70% de las exportaciones de vino fraccionado y más del 90% cuando hablamos de vino a granel. ¿Sus principales mercados? Estados Unidos, Reino Unido, Brasil, Canadá y México.
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El Malbec, en primera persona
Los argentinos nos emocionamos fácilmente cuando hablamos de ciertos temas: fútbol, asado, política… y sí, Malbec. Pero hay un grupo de personas que se sienten especialmente interpeladas por nuestro varietal de bandera. Les preguntamos a algunos enólogos argentinos (o argentinos adoptivos) qué significa el Malbec para ellos.
“El Malbec para mí es emblemático de Argentina, es el varietal insignia del país y esa es una gran ventaja para destacarnos de otros países productores y de otros varietales internacionales. Aquí el Malbec es especial porque muchas veces es pie franco, es decir, material original proveniente de Francia, con origen pre filoxera y selección masal. Entonces cada pie, cada planta es genéticamente diferente. Esa es una gran virtud para hacer vino complejo. También el Malbec es una varietal muy transparente, muy plástico, y permite exprimirse muy bien en diferentes terroirs. Lo podemos ver con el Malbec del sur, del centro Cordillera y del norte del país. Son todos muy diferentes, lo que permite ver que es una gran variedad.” Hans Vinding Diers, propietario y productor de Bodega Noemía.
“El Malbec es un puente entre un lugar y el consumidor. Al principio fue el protagonista, fue el que hablaba, el que nos llevó al mundo, el que nos dio identidad. Creo que hoy su rol, su perspectiva como variedad, es poder mostrar muy fácilmente el lugar donde se elabora. Es el puente para que Argentina tenga esa visión de terroir, esa visión de lugares, esa visión de viñedos. El Malbec es transparente en ese sentido y creo que esa es su mayor virtud. En mi caso el Malbec siempre ha sido eso, una herramienta para transmitir la emoción y energía que tiene un lugar y que yo también puedo tener como persona hacia la copa de vino”. Federico Gambetta, enólogo de Alto Las Hormigas.
“Para mí el Malbec es aprendizaje. Es la cepa que más encontramos en todos los terruños de Argentina y en cada uno de ellos se expresa de manera diferente, marcando una identidad que nos enseña día a día sobre el lugar. Es una cepa que nunca deja de emocionar y sorprender”. Diana Bellincioni, enóloga de Bodega Kindgard.
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“Como joven enólogo aún, pude ver al Malbec en su apogeo y cómo cambió con las tendencias. Nos dio la posibilidad de mostrarle al mundo que podíamos hacer buenos vinos y, posteriormente, grandes vinos, convirtiéndose en identidad argentina. Esa identidad hoy termina siendo el vehículo para empezar a diferenciar los lugares. La metamorfosis desde que llegó en 1860 hasta hoy, donde probando un Malbec nos damos cuenta de dónde proviene, ha sido increíble. El Malbec no solo habla de nuestra historia, nuestro pasado; también habla de futuro, de lo que se viene para Argentina”. Andrés Vignoni, enólogo de Raquis.
“El Malbec, para mí tiene dos cosas muy potentes. Por un lado, es una variedad técnicamente muy versátil y adaptada al territorio, por lo que funciona bien en distintos lugares, para distintos estilos y en todos los segmentos. Por otro lado, es muy importante para el propósito del país: hay infinidad de Malbecs que se destacan en Argentina y el mundo, eso nos une como productores, nos levanta. Es algo más grande que el Malbec en sí, o que los productores exitosos por separado. Sin dudas, la unión hace a la fuerza y las cosas que tienen propósitos grandes son exitosas. Por el vino argentino, salud. Y por el Malbec, que más que Malbec, es la unión de todos nosotros haciendo vino con amor”. Victoria Brond, enóloga de Alpamanta.
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