Virgilio escribió: “La fortuna sonríe a los audaces”; una frase que bien se puede implementar como filosofía de vida —tomen como ejemplo a John Wick, el personaje de ficción más audaz entre todos los audaces— o, en un terreno (todavía) más mundano, como una filosofía de cocina, un marco imperante para un lugar como Milk, la pizzería que nació en Monterrey
con el lema: ‘hacemos lo que nos da la gana’ y abrió hace un par de meses en la Ciudad de México.

Aplicado en sus platos, Milk es una pizzería para golosos, que combina aspectos —técnicos, si quieren— de la pizza napolitana con el espíritu libre de la pizza americana. Hay mucha precisión en la masa (su horno es como un avión) y sus toppings son los correctos para apelar a la sonrisa del glotón —digan ‘hola’ a las albóndigas y al chorizo español—. Mi mejor ejemplo, y la sugerencia de la casa, es la de cebolla: una pizza blanca, simple en apariencia pero con profundidad y decibeles de sabor en la mordida, gracias al queso gruyère y a la trufa.

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El lugar es muy ad hoc a su ubicación, la calle de Colima (el nuevo ombligo culinario de la Ciudad de México), donde la sustancia de la comida es tan importante como la comodidad y la estética de los locales, donde la gente llega para comer e, inevitablemente, con un trago en mano se queda para socializar.