De instalaciones bellas, rodeado de arte, y una smoking section alrededor de un árbol centenario, Migrante en la calle de Chiapas en la Roma Norte de la Ciudad de México, sorprende.
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Su menú de degustación comienza con un bollo relleno /tipo bao de estofado de hongos acompañado de un birichino: Malvasía Bianca de California que acompaña en el espléndido. Sigue el ceviche de callo con curry verde, coco, lima de Yucatán, aceite chaya que marida con un vino Kármán de Rioja,. Meseros, capitanes, cocineros y sommeliers muy platicadores.
Explicaciones y presentaciones, ad nauseaum e instrucciones, para el óptimo servicio interrumpen la amena conversación (y despropósito de negocios), aún con un menú impreso al lado. ¿Por? No hay necesidad del protagonismo. Su cocina merece y habla por sí sola, especialmente con la pesca asada a la robata, amazake que sigue maridada bien con un Weinviertel de Austria.
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Y el final feliz que no decepciona: un bizcocho de caramelo quemado y el mágico Scarpetta Prosecco de Italia. Yo, ocupo un mezcal: oloroso y potente.
Otra comida memorable y un chef (al menos por el disclaimer impreso) que sí se preocupa por atender cualquier solicitud alimentaria. Imperdible.
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