Sospecho que mi vida gastronómica es aquella que no recuerdo y que por eso, busco nuevos platos, nuevos sabores y nuevas técnicas con productos simples pero bien cocinados.
Bitácora del Paladar: Valencia con alma y Fierro
Así me ha pasado con las alubias que disfruté hace algunos días en un restaurante del cual dudo aún del nombre por lo sencillo que suena y que se llama La Esquina ubicado la calle de Veracruz con Sinaloa en la frontera de la colonia Condesa y la colonia Roma.

Estas alubias se acompañan de atún aleta azul de buena calidad y de chile de calabria, lo cual nos entrega un juego de texturas y sabores destacables ya que las alubias están cocinadas al dente y el atún se entrega crudo con algo de perejil encima. El chile calabria que es un pimiento picante originario de Italia, da unos toques ahumados y salados lo que hace que este plato tenga un sabor nuevo en esta colonia vieja.
Bitácora del Paladar: Éter desde Madrid con un menú de mar
La elegancia del espacio es algo destacable. Las paredes blancas, las flores bien seleccionadas, las mesas de madera y los manteles blancos otorgan un cuadro estético sereno para una zona que luego se convulsiona con tantas aperturas sin sabor.

Aquí los elegantes uniformes de los meseros y la barra bien trabajada por el joven Luis, quien es un viejo conocido de la zona, armonizan con la banda sonora del lugar en donde se escucha la eterna música mexicana de los años 50´s, en donde un trio hacia suspirar a las generaciones de corbata rosa, traje negro y vestidos de cóctel con tacones altos que visitaban los grandes restaurantes de aquella época. De alguna manera, La Esquina es un joven con alma de viejo donde la cocina diseñada por Michael Crespo nos entrega sabores amplios de cocina con esencia italiana y algunos toques muy personales que nos llevan a un espacio creativo de un chef de mente amplia.
Bitácora de Paladar: Malix y la cocina sustentable
La sencillez de las sardinas con hinojo braseado y las pastas entre las que destacan el spaghetti all a Nerano se vuelven los platos imperdibles en un lugar donde destacan también la buena selección de vinos estables, mismos que armonizan con la cocina bien pensada. Quizás el único acento que le pongo al capítulo de los vinos es el precio, ya que sigo pensando que un vino de alto precio puede ser caro cuando la suma del total de una botella, es el menú completo de dos personas. Pero más allá de precios y costos, aquí hay una buena selección de vinos.

Un plato que sorprendió en mesa fue la Ribollita con sus vegetales de varias cocciones, su pan y un toque agradable de aceite de olivo. La palabra que literalmente significa “recocido”, tiene su origen en Italia en la región de la Toscana donde al ser un plato de origen humilde, puede tener muchas variantes de ingredientes y la presencia del pan duro es el único componente eterno en su receta. Las legumbres, la cocción y la rica temperatura alta, hacen de este plato una buena opción a pedir, en épocas de frío o días lluviosos.
Bitácora del Paladar: Voraz sin exotismo
Había probado en otras ocasiones el Polpette de ternera con su puré de papa y encontré el confort en este plato, sin embargo, el día de mi visita el chef nos anunció un plato fuera de la carta, el cual era un Chamorro cuya preparación hizo la tarde en la mesa. La salsa y la cocción tejían magia en el paladar y te llevaba con velocidad a probar más, que sin darnos cuenta, llegó un momento donde el tiempo se pausó y el choque de cubiertos en el plato asemejó una batalla irracional por probar más sin compartir. Es como si la gula se hubiese apoderado de los comensales.

Pero como en las óperas italianas, llega el momento donde el aria, que es la pieza musical esencial por aquella voz de solista que expresa sus sentimientos y pensamientos más profundos, el chef Crespo, entrega un postre de tres leches que guarda un infinito de emociones, lo que hace que el disfrute sea amplio y me lleva a recomendar este bocado dulce de sabor eterno que debes de pedir en este espacio gastronómico.
Bitácora del Paladar: que Arda la cocina de Luis y Germán
La tarde es de lluvia en febrero, la compañía es maravillosa y la conversación fluye de manera natural, donde a las anécdotas de ayer se incorporan las historia de hoy. Definitivamente este espacio de elegancia y buena cocina hacía falta en esta zona de la ciudad. Los detalles elevan las emociones y pese a la lluvia, este día es soleado ante la mesa.
Volveremos en otras ocasiones buscando más platos nuevos, ya que al parecer la mente veloz de un chef en calma tiene aún mucho que repartir en las mesas de La Esquina.

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