Victoria es una promesa hecha de luz dorada, de té a media tarde, de pasos lentos entre flores y memorias victorianas. Es de esos lugares que se descubren como un secreto susurrado entre jardines y brumas, una ciudad que florece como un poema junto al mar.
Columbia Británica a través de sus sabores
En el corazón palpitante de Victoria, Columbia Británica, se erige una joya arquitectónica que ha sido testigo de más de un siglo de historia, elegancia y tradición: el Fairmont Empress. Este hotel, cuya silueta se recorta majestuosamente contra el puerto interior, es un santuario donde el pasado y el presente se entrelazan en una danza atemporal.
La historia del Fairmont Empress comienza en 1904, cuando el ferrocarril Canadian Pacific soñó con crear un hotel que reflejara la grandeza de la realeza. El arquitecto Francis Rattenbury fue el encargado de materializar esta visión, dando vida a una estructura de estilo Châteauesque que abrió sus puertas el 20 de enero de 1908. Nombrado en honor a la Reina Victoria, quien también ostentaba el título de Emperatriz de la India, el hotel se convirtió en un símbolo de la ciudad, siendo designado como Sitio Histórico Nacional de Canadá en 1981.
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A lo largo de los años, el Empress ha sido testigo de momentos históricos, como la visita del Príncipe de Gales en 1919 y la llegada de la estrella infantil Shirley Temple en la década de 1930. Cada rincón de este hotel guarda ecos de épocas pasadas, desde sus pasillos adornados con tapices hasta sus techos de cristal que filtran la luz natural, creando una atmósfera de ensueño.
El Empress es una obra maestra arquitectónica que fusiona el estilo francés con influencias góticas, presentando torres, gabletes y detalles que evocan castillos de antaño. Su fachada, imponente y detallada, es el preludio de lo que se encuentra en su interior: un lobby con techos altos, escaleras de mármol y una atmósfera que transporta a épocas de esplendor.
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La experiencia culinaria en el Fairmont Empress es un viaje sensorial que celebra la riqueza del Pacífico Noroeste. En el restaurante Q at the Empress, disfrute de una cocina innovadora que utiliza ingredientes locales, mientras que el Bengal Lounge me ofrecio un ambiente colonial indio con un buffet de curris que transporta a tierras lejanas.
Sin embargo, es el Afternoon Tea lo que ha consolidado al Empress como un destino culinario de renombre mundial. Desde 1908, esta tradición británica se ha servido con elegancia, ofreciendo una selección de tés finos acompañados de scones recién horneados, sandwiches delicados y pasteles exquisitos.
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Ubicado frente al puerto interior de Victoria, el hotel ofrece vistas panorámicas que invitan a la contemplación. Sus jardines, cuidados meticulosamente, albergan una colmena de abejas que contribuye a la polinización y producen miel utilizada en sus restaurantes, reflejando un compromiso con la sostenibilidad y la conexión con la naturaleza.
El Fairmont Empress es un viaje en el tiempo, una celebración de la belleza, la historia y la tradición. Es un refugio donde cada detalle cuenta, donde cada rincón susurra relatos de antaño y donde la elegancia nunca pasa de moda, ahí te conviertes en parte de una historia que continúa escribiéndose con cada persona que cruza sus puertas.
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Al abandonar Victoria, no se parte realmente: uno deja sólo el cuerpo, pues el alma queda atrapada entre las cortinas de terciopelo del Empress, en el reflejo del puerto y en el perfume de los rosales. Y así, Victoria nos despide como lo haría una vieja amiga: con una mirada serena, un té humeante y la certeza de que siempre habrá un lugar junto al mar esperándonos.
Fairmont Empress
721 Government St, Victoria, BC V8W 1W5, Canadá
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