Mucho se habla sobre el turismo sostenible y la necesidad de que cada vez más los actores que forman parte de esta industria se comprometan con ejercerlo, y si bien uno pensaría que todo tipo de turismo debería tener presente el cuidado del medio ambiente y de la comunidad como base, lamentablemente no es así.
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Pero afortunadamente hay quienes tienen clara la importancia de ser conscientes con el medio que les rodea, y entre ellos sobresale Playa Viva. Ubicado en Playa Icacos, en el municipio de Juluchuca, Guerrero, este bello hotel reconocido recientemente con dos llaves MICHELIN es el 360º: un entorno natural de ensueño y auténtica desconexión, compromiso tangible con la comunidad, respeto por el medio ambiente a través de acciones concretas y un concepto de hospitalidad que verdaderamente alimenta en cuerpo, mente y alma a cada huésped.

Al interior de la naturaleza
Al entrar a Playa Viva encuentras un concepto único de hotel. Ahí la naturaleza es protagonista, y cada rincón simplemente existe sin perturbarla. El diseño de los espacios responde a esta premisa, el diseño de sus habitaciones es nombrado “lujo ecológico”, elaboradas con bambú y hojas de palma en el techo todas agraciadas con una espectacular vista al mar; las hay de diferentes formas: casas del árbol inspiradas en la migración de las mantarrayas Mobula; una galardonada Casa Jet de silueta cónica; una Tower Suite, ideal para compartir en pareja con amplios espacios entre los que se encuentran dos terrazas, una con tina al aire libre; y la próxima a inaugurarse Infinity Casita, diseñada por Andrea Orendain.
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Las habitaciones destacan por ser abiertas, en donde sólo cortinas te separan del entorno, lo que favorece las vistas privilegiadas así como el sentirte inmerso en la naturaleza; al interior no hay televisión ni wifi, lo que favorece a una auténtica desconexión con el canto de las aves como telón de fondo.

Alimentación consciente
En Playa Viva la alimentación es medicina para el cuerpo, y en ese sentido cada uno de los ingredientes que dan forma a sus platillos es cuidado desde su cosecha o crianza, en el caso del producto de origen animal, e incluso más allá, a partir de la conservación de los suelos y el agua que les dan vida. Playa Viva cuenta con su propia granja –en donde han emprendido proyectos de agroforestería y reforestación, y que incluso abastece a dos mercados locales–, así como también echa mano de productores locales para abastecer su cocina.
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Entre ellos se encuentra la familia Gutiérrez, encabezada por Don Jesús, quienes en sus tierras tienen cacaoteros, a partir de los cuales producen el café y chocolate que se consume así como vende en la boutique del hotel. Pero el apoyo a este familia no para ahí; Playa Viva ofrece un tour a huéspedes para visitar la casa de los Gutiérrez, en donde conocerán de primera mano el trabajo de la familia así como tendrán la dicha de escuchar los relatos de vida de Don Jesús y compartir la mesa con su amable familia. “Como yo no puedo salir al mundo, el mundo viene a mí”, afirma Don Jesús sobre el disfrute que representa recibir a visitantes en su hogar.

En cuanto al aspecto líquido, en Playa Viva los tés son protagonistas, especialmente por sus propiedades curativas. Y una vez más el factor social cobra relevancia, pues son elaborados por una cooperativa de mujeres de la comunidad de Juluchuca, cuya labor representa múltiples beneficios: ayuda a la conservación del conocimiento de la comunidad sobre las propiedades medicinales de esta bebida; representa una fuente de ingresos para mujeres en situación vulnerable y les garantiza un espacio de apoyo y hermandad; las adentra en nuevos sectores, como es el campo, antes solamente concebido para los hombres.
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Finalmente, en Playa Viva la alimentación no deja de ser comunitaria, lo que se refleja en su comedor, único espacio en donde se consumen alimentos, que además cuenta con tres horarios específicos para servir en estilo buffet, con una predominancia de platillos a base de vegetales.
Su carta de cócteles no escapa al aprovechamiento de insumos de la granja, pues todos ellos buscan incorporarlos, por ejemplo con mojitos elaborados con orégano o margaritas a base de jamaica.

Playa Viva verde
El cuidado del medio ambiente es clave, y ante ello, Playa Viva busca ser un hotel autosustentable. Entre las acciones que realizan para lograrlo, destaca que generan su propia energía a partir de paneles solares y un uso consciente de la misma; no hay aires acondicionados en las habitaciones y el de la cocina es utilizado solamente medio día.
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Otro de los proyectos destacados es el del Santuario de Tortugas “La Tortuga Viva“, que funciona mediante un equipo totalmente voluntario de residentes locales de la comunidad, quienes rescatan huevos, los incuban y finalmente liberan. Incluso los huéspedes forman parte de la iniciativa al adoptar huevos, cuya donación es utilizada para invertir en el Santuario.

Playa Viva
Zihuatanejo – Acapulco, Playa Icacos, 40834 Juluchuca, Gro.
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