Matsumoto: puerta de entrada a los Alpes Japoneses

A unos pasos del canto lejano del amanecer, más allá de las ciudades de acero y neón del Japón contemporáneo, se extiende Matsumoto, custodiada por las cumbres de los Alpes de Nagano. En esta provincia donde los cielos se tornan cristalinos, los cerezos laten en flor y los sauces inclinan sus ramas hacia ríos que nunca duermen, se aloja un refugio llamado Tobira Onsen Myojinkan. Un nombre que parece un susurro de bosque y agua, un ecosistema de calma.

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El camino hacia Myojinkan serpentea entre arboledas y valles; cada curva libera una inhalación profunda: jadeantes pinos, musgo que se aferra a la roca, tierra húmeda. Se asciende hasta los 1,050 metros sobre el nivel del mar, aire que pesa poco, limpio de ciudad, cargado de bosque. Aquí ya, lejos del ritmo urbano, cada sonido se torna eco: el crujir de ramas, el agua fluyendo, el viento, el silencio.

Matsumoto: puerta de entrada a los Alpes Japoneses — Tobira Onsen Myojinkan: un nombre que parece un susurro de bosque y agua, un ecosistema de calma | Foto: Cortesía

Matsumoto, con su castillo de contornos oscuros y cielo despejado, es puerta y anuncio de esa naturaleza primordial. Es también cultura: artesanía, historia, soba de Shinshu, arquitectura de madera que respeta al bosque, Myojinkan es un umbral”.- Deby Beard

Desde su fundación en 1931, este ryokan‑inn ha tejido su existencia con la paciencia de los árboles. Tiene habitaciones con el suelo de tatami, puertas shoji de papel y madera, y otras con camas al estilo occidental; todas nombradas según flores o aves locales, como si cada cuarto fuera un poema viviente del paisaje circundante.

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Ventanas que se abren para mirar al bosque, balcones que se prolongan hacia el verde, onsen privados que susurran calor bajo cielos estrellados.

Comer en Myojinkan es otra forma de escuchar naturaleza. Los huéspedes son invitados a degustar lo que la tierra y el agua del lugar ofrecen: vegetales de estación, miso, fermentados propios de Shinshu, carne ocasional, ingredientes cultivados localmente sin pesticidas, gracias a un compromiso que el ryokan tiene con la sustentabilidad certificado por la etiqueta Green Key.

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Existen menús Kaiseki donde lo tradicional japonés se despliega como ritual, platos franceses reinterpretados con ingredientes autóctonos, cenas en las que cada bocado lleva consigo la lluvia reciente, la brisa del bosque, el perfume de la tierra. La filosofía: “producción local para el consumo local” — es un acto de pertenencia.

Myojinkan es un oasis de lujo, con simplicidad exquisita. El respeto por la tradición y al tiempo. Cada rincón, cada gesto, es una invitación a la quietud. A aceptar que parte del descanso es dejar de hacer y simplemente ser”.- Deby Beard

El ryokan ha sido registrado en Relais & Châteaux, un distintivo de hospitalidad fina y una colección de hoteles magnificos, y ha mantenido el eco‑sello Green Key ecolabel, un compromiso real con el medio ambiente: cultivos sin pesticidas durante más de treinta años, uso responsable del agua, atención al entorno.

Primavera: lluvia suave, flores de ciruelo y cerezo despertando.
Verano: muros verdes de bosque, aire fresco en medios días de calor, onsen al aire libre bajo cielos límpidos.
Otoño: los árboles arden en tonalidades doradas, rojo quemado, ocre. Cada ventana es un paisaje que cambia con la luz.
Invierno: nieve que espesa el silencio, el bosque se vuelve blanco, tobillos que pisan crujientes hojas heladas, el onsen humedeciendo la piel, al calor del vapor, contra el frío.

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Visitar Tobira Onsen Myojinkan es mirar dentro de uno mismo desde la altura de una montaña y el latido del agua. Es recordar que la naturaleza camina tranquila, que la belleza está en la penumbra de un bosque al amanecer, en el vapor que brota de un baño, en el sabor simple de una sopa.

Aquí, al calor del onsen, se aprende que descansar no es huir del mundo sino reconciliarse con él. Que el lujo verdadero tiene más que ver con integridad, autenticidad, silencio… con esa armonía que se construye sin estridencias.