Corea del Sur: un ejemplo de cómo lidiar con el desperdicio alimentario

En 20 años el porcentaje de reciclaje aumento de un 2% a un 95%

abril 19, 2019

Corea del Sur: un ejemplo de cómo lidiar con el desperdicio alimentario

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Hay un sinfín de iniciativas que han surgido frente al excesivo desperdicio alimentario en el mundo y cómo combatirlo, pero todos esos esfuerzos serán en vano si las industrias y los consumidores no ponemos de nuestra parte para disminuir la problemática. Quizás la forma más fácil es por medio de regulaciones que nos orillen a tomar decisiones más sabias con respecto a la comida. Un caso de éxito es Corea del Sur, quienes por medio de leyes han conseguido aumentar el reciclaje de desperdicios orgánicos en más de un 90%. Esto no sucedió de la noche a la mañana, ha sido un cambio gradual que inició en 2005 con una ley que prohibió llevar comida a los tiraderos de basura, posteriormente, en 2013, también prohibieron tirar el jugo de basura (el agua que deriva de exprimir la basura orgánica) al mar. Ese mismo año, se decretó que todos los surcoreanos debían tirar la basura orgánica en unas bolsas amarillas biodegradables específicas, cuyo costo es relativo al volumen y ronda los $6 dólares mensuales, de acuerdo con el Foro Económico Global. También dispusieron botes de basura especiales para los desperdicios orgánicos, en los que los ciudadanos deben pasar una identificación, pesar su basura y a partir de eso se les cobra un impuesto. Las ganancias generadas con los impuestos y las bolsas son utilizadas para la transportación y el manejo de estos desperdicios. La situación no siempre fue así. La forma tradicional de comer en Corea del Sur —llamada banchan— es con muchos acompañamientos y arroz blanco, esto generaba mucho desperdicio ya que rara vez se terminan todo, tirando cerca de 130 kg de comida por persona cada año. Pero al volverse conscientes de la cantidad de comida que tiraban la mentalidad de los habitantes y restauranteros comenzó a cambiar. Tras la instalación de los botes de basura, el desperdicio alimentario se redujo en un 25% entre los ciudadanos y hasta un 40% en los restaurantes y comercios, de acuerdo con Korea Exposure. El cobro del impuesto sobre la basura y las bolsas no solo ha hecho que los surcoreanos quieran reducir el desperdicio alimentario por razones monetarias, sino que les hace confrontar juiciosamente cuánta comida están tirando. En una entrevista con The Huffpost, la residente Chung Sun-hee dijo esto acerca de la medida de las bolsas: “Me hizo reducir mucho la comida que boto a la basura. No solo por razones económicas, sino que visualmente te hace consciente de la cantidad de desperdicio que estás produciendo”. Un esfuerzo final es realizado en las plantas de reciclaje —operadas por compañías privadas— que reciben la basura,la tratan y transforman en alimento para animales. Además el jugo que escurren de la basura es fermentado y transformado en metano, para ser utilizado como combustible. Todas las normas y reglas empleadas en Corea del Sur han cambiado la relación de las personas con la comida y el pensamiento sobre no comprar más de lo necesario. Y aunque es un esfuerzo que ha tomado años que ha requerido de paciencia y educación a las personas, ver el declive en el desperdicio alimentario definitivamente es alentador.

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