
Fue, aproximadamente, en la Edad Media europea cuando comenzaron a gestarse las normas de protocolo y etiqueta en la mesa: qué cubierto usar, qué copa corresponde a cada bebida, de qué lado va el pan. Un sistema de reglas que, siglos después, aún dicta comportamientos.
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Pero, ¿para qué sirven hoy esas reglas? ¿Siguen siendo necesarias? ¿Qué tanto han cambiado? Para responderlo conversamos con dos expertas: Pilar Solórzano, de Una mesa para disfrutar, un proyecto dedicado a enseñar el arte de ser anfitrión, el montaje de mesas y la etiqueta, acreditada por el British School of Excellence y el British Butler Institute.

Porque en pleno 2025, cuando la comida asiática es “el pan de cada día” y la gastronomía mexicana conquista los fine dinings —con tacos, tetelas y otros antojitos que en casa se comen con la mano—, vale preguntarse: ¿dónde quedó la etiqueta? ¿Es obsoleta o, como la materia misma, simplemente se transforma?
Protocolo ayer vs. hoy
Para Pilar Solórzano, el protocolo en la mesa ha pasado de la rigidez al disfrute. Hoy se trata menos de seguir reglas y más de crear momentos cómodos. Las mesas ya no requieren tantos tiempos ni copas; se busca calidez, no perfección. El encanto está en mezclar vajillas, jugar con texturas y combinar lo antiguo con lo nuevo. Al final, la mejor mesa es la que refleja al anfitrión y se disfruta sin preocuparse por la etiqueta.
Luis Morones, maestría en la cava

Décadas de transformación en el protocolo de mesa
1990
La sencillez reinaba sore la mesa. Solo en casas muy formales se usaban manteles elaborados o vajillas especiales. La mayoría tenía una vajilla para el día y otra para ocasiones especiales, con copas y cubiertos diferenciados. Los bajoplatos eran raros y el montaje se centraba más en la funcionalidad que en la estética.
2000
La simplicidad continuó, aunque comenzaron a verse ligeros cambios. Las combinaciones seguían siendo discretas: pocas copas, vasos similares y cubiertos uniformes. Todavía no existía la intención de “vestir” la mesa como parte del ambiente.
2005 a 2010
La transformación comenzó con el auge de las wedding planners y la industria de los eventos. Las bodas, comuniones y celebraciones marcaron tendencia con manteles, vajillas y decoraciones más cuidadas. Esa influencia se trasladó a los hogares: ya no bastaba con tener una vajilla blanca, se buscaban combinaciones y detalles para imprimir un toque personal.
2025
Actualmente son mucho más elaboradas y expresivas. Se juega con texturas, colores y capas; hay mantelería para cada temporada y bajoplatos que elevan cualquier comida. Aunque la presentación se ha sofisticado, la actitud es más relajada: menos copas, menos reglas, más disfrute. La etiqueta se adapta al momento y la mesa se vuelve un reflejo de estilo y hospitalidad.

Cómo se come
Montaje de la mesa
- Creatividad e innovación. Las mesas actuales son escenarios para jugar y experimentar. Se incorporan lámparas LED, centros con frutas o verduras frescas y combinaciones inesperadas que mezclan materiales, colores y texturas.
- Mix and match. La tendencia dominante es la mezcla: piezas viejas con nuevas, lo artesanal con lo contemporáneo, lo clásico con lo vintage. Vajillas, copas y cubiertos de distintos estilos conviven en armonía, creando mesas con personalidad.
- Mantelería y capas. Los manteles se eligen por temporada o ánimo —Navidad, Pascua, otoño— y se juega con el layering: mantel más individuales, algo impensable antes. Los bajoplatos, antes reservados para ocasiones formales, ahora se usan incluso en comidas cotidianas para “vestir” la mesa y hacerla lucir especial.
Originalidad a la mexicana
- En México, la mesa se distingue por la creatividad y el toque personal de las mujeres anfitrionas. Incorporan detalles artesanales, flores, textiles y vajillas de barro, cobre o cerámica. Cada montaje se vuelve un reflejo de identidad, color y orgullo, demostrando que lo mexicano también puede ser sinónimo de elegancia.
Anfitrionía relajada
- La persona que convoca marca el ritmo. Si está relajada, los invitados también lo estarán. Ya no se trata de corregir modales, sino de crear un ambiente en el que todos se sientan cómodos y bienvenidos.
Comida con las manos
- Cada cultura tiene su propio protocolo y el nuestro incluye comer con las manos. Tacos, tortas, pizzas o hamburguesas tienen su propia etiqueta, tan válida como cualquier otra: la de disfrutar sin pretensión.
Lo impensable antes es la norma actual en el protocolo
Lo que alguna vez fue un error de etiqueta, actualmente se integra con naturalidad a la mesa contemporánea. Los desechables, antes prohibidos, encuentran su lugar gracias a diseños atractivos que permiten mezclarlos con piezas de tela o cerámica, dando como resultado mesas prácticas y con estilo. Comer con las manos, antes considerado una falta, ahora se asume como parte del protocolo cultural: tacos, tortas o pizzas se disfrutan sin culpa, respetando su origen. Incluso el conocimiento del buen comer ha cambiado de lugar; ya no se hereda solo en casa, sino que se busca y se comparte en línea. El protocolo, antes rígido y reservado, se ha democratizado. La mesa es un espacio vivo, donde la libertad y el disfrute sustituyen a las normas inflexibles y lo importante no es seguir las reglas, sino hacer que cada comida se sienta genuina y compartida.
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Hacia dónde vamos
En México, la mesa se proyecta hacia la creatividad, la autenticidad y la celebración del detalle. Los mexicanos imprimen su toque personal en cada montaje, incorporando elementos originales y detalles artesanales que reflejan identidad y tradición. Diseñadores nacionales elaboran piezas que transforman cualquier mesa en un espectáculo visual, mientras materiales, procesos y diseños tradicionales se reinterpretan y apropian, elevando la escena del montaje de mesas. Marcas como Zash inspiran a recibir con generosidad, estilo y la comida con las manos —tacos, tortas, tamales o pizzas— se disfruta con naturalidad y sin formalidades excesivas. La sobremesa sigue siendo un ritual sagrado, un espacio para compartir y convivir. El futuro de la etiqueta apunta a experiencias más relajadas, creativas y personalizadas, donde el disfrute, la hospitalidad y la originalidad mexicana se convierten en el corazón de cada mesa.

Para Pilar Solórzano, el “saber estar” en la mesa es fundamental. No se trata de seguir protocolos rígidos, sino de disfrutar de la comida y del encuentro de manera relajada. Enseña a sus alumnos a interiorizar esta filosofía: un anfitrión seguro y tranquilo transmite confianza y sus invitados se sienten cómodos y libres para disfrutar. Además, conocer el protocolo permite usar los cubiertos con naturalidad, marcar los tiempos y guiar el ambiente de la comida, lo que hace que todos se relajen y disfruten sin estrés.
Como el flujo de la vida, las reglas se adecúan: la funcionalidad marca el ritmo, pero la estética se convierte en una forma de resistencia. En ese equilibrio surgen mesas y momentos que evitan lo simplón o lo banal. Los protocolos forman parte de un bagaje cultural que enseña educación y comportamiento, facilita un “saber estar” relajado y ayuda a los anfitriones a crear un ambiente acogedor, haciendo que los invitados se sientan cómodos y bienvenidos. Nada es rígido; todo se transforma. En la mesa contemporánea, el verdadero arte está en encontrar armonía entre tradición, creatividad y disfrute, haciendo que cada comida sea un reflejo de estilo, hospitalidad y vida compartida.
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