
Juan Gil viaja hasta México para reforzar sus tres marcas en un mercado amante de por sí de los vinos albariños.
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Tres expresiones del Albariño según Fefiñanes
En el corazón de Cambados, frente a la plaza de Fefiñanes, se alza un pazo del siglo XVI que guarda una de las historias más elegantes del vino gallego. Desde allí, Juan Gil de Araujo dirige Bodegas del Palacio de Fefiñanes, la primera casa que embotelló y registró un Albariño en Galicia, allá por 1928. Hoy, casi un siglo después, mantiene intacta la filosofía de origen: vinos que hablen del Atlántico, del granito y de la niebla del Salnés.

La bodega trabaja exclusivamente con uva albariño, cultivada en pequeñas parcelas del valle, sobre suelos arenosos y graníticos que confieren una marcada mineralidad. De esa base nacen tres interpretaciones del mismo varietal, tres miradas sobre el mismo paisaje.
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Albariño de Fefiñanes

Es el vino emblema de la casa. Joven, limpio y vibrante, se elabora íntegramente en acero inoxidable para conservar la frescura natural de la uva. En nariz destacan las notas de fruta blanca y cítricos; en boca es ligero, con una acidez precisa y un final salino que recuerda la brisa del mar.
Ideal como aperitivo o para acompañar mariscos y pescados al vapor, representa la versión más pura y directa del terroir del Salnés.
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1583 Albariño de Fefiñanes

Lleva el nombre del año de construcción del pazo familiar. Este vino da un paso más en complejidad: una breve crianza en barricas de roble francés le aporta estructura, notas de vainilla y una textura envolvente.
Sin perder la identidad atlántica, el 1583 combina fruta madura, flores blancas y una sutil cremosidad que lo hace perfecto para platos más elaborados, como arroces o pescados en salsa.
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Albariño de Fefiñanes III Año

La versión de guarda y la más escasa. Se cría sobre sus lías durante más de dos años, lo que le otorga profundidad, volumen y una evolución aromática extraordinaria. El resultado es un blanco de tonos dorados, aromas de manzana asada, hierba fresca y una boca amplia, salina y elegante.
Pensado para la paciencia, el III Año demuestra que el Albariño también puede envejecer con belleza y carácter.
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El sello de Fefiñanes
Cada una de estas etiquetas representa un tiempo distinto en la vida del Albariño: juventud, madurez y plenitud. Todas comparten el mismo origen, el mismo aire húmedo de Cambados y la visión de Juan Gil de Araujo, que defiende que un vino debe contar con nitidez la historia del lugar del que proviene.
En México, la importadora de Paulina Vélez, A de Acento, cuenta con la representación de la marca.
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