Ahora que se está retomando la tradición de comer raíces porque sabemos que son una buena fuente de fibra y proteína, vamos a hablar del colinabo. Esta hortaliza pertenece a la familia Cruciferae. Estéticamente parece un nabo cualquiera, es decir, tiene un bulbo rechoncho rodeado de hojas verdes. La corteza exterior es dura, puede ser verde claro o púrpura, aunque la pulpa es amarillenta.
De acuerdo a El País, el colinabo viene de las regiones frías y húmedas del norte de Europa, aunque también se cultiva en España. Se cosecha en otoño y principios de invierno.
El colinabo es peculiar. Puede encontrarse en varios tamaños, aunque lo ideal es que el bulbo no supere el tamaño de una pelota de tenis o de lo contrario podría tener textura algo correosa.
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¿Cómo preparar el colinabo?
Primero separa las hojas del bulbo y guárdalos en el refrigerado. Las hojas puedes usarla como si fueran kale, pues tienen una consistencia parecida, aunque pueden durar hasta dos semanas, no te confíes. Puedes usarlas para complementar una sopa de verduras o añadirla a algún estofado. El bulbo puedes usarlo tal cual como un nabo: en ensaladas (aunque es mejor no comerlo crudo), cremas o sopas, para hacer purés e incluso como side a manera de papas o camotes fritos (ayúdate de una freidora de aire para que no se vuelva una fritura grasosa).
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Beneficios de comer colinabo
- Tiene una gran cantidad de vitamina C (incluso más que los cítricos), gracias a lo cual es conocido en algunos países como “limón del norte”.
- Es rico en fibra, ayuda a combatir el estreñimiento, regula el colesterol y contiene antioxidantes.
- Contiene minerales como potasio y manganeso, así como tiamina, vitamina B6, calcio, magnesio y fósforo.
- Mejora la absorción del hierro, e interviene en la formación del colágeno de piel, encías, dientes y huesos.
