La yaca, también conocida como árbol de pan o jackfruit, es una fruta cultivada en regiones tropicales del mundo. Es originaria del sur de la India y de Malasia, según la FAO, los árabes lo difundieron por toda la costa
oriental de África, llegando a todos los países tropicales de este continente y de America. En México se produce principalmente en Nayarit y Chiapas.
La yaca es muy apreciada por su sabor dulce y fermentado, con notas a plátano, mango y piña. Es una fruta fácilmente reconocible porque el exterior de la fruta es verde globoso y con grumos como piel de elefante, el interior contiene una carne amarilla y fibrosa, y al partir la piel de la fruta se desprende un líquido blanco pegajoso parecido al pegamento. Los frutos pueden llegar a pesar de 10 a 30 kilogramos.
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En las carreteras de Nayarit puedes encontrar esta fruta como botana, como si fuera jícama o pepino, pues hay puestos que la ofrecen sola, en tepache, con chile y limón. Los vendedores le adjudican propiedades antioxidantes, digestivas y afrodisíacas. La realidad es que sí contiene una buena cantidad de fibra, es baja en azúcares y calorías, contiene calcio, hierro, potasio y vitamina C y A, por lo que su consumo frecuente tiene consecuencias positivas en la salud, como prevenir el estreñimiento y cuidar la piel por su alto grado de antioxidantes.
Según el Diccionario Enciclopédico de la Gastronomía Mexicana, se conocen dos variedades, el Artocarpus altilis y el Artocarpus heterophyllus. Ambas pueden comerse frescas, cocidas, fritas, asadas, guisadas en dulce o en conserva. En tiendas como Estado natural, puedes encontrar una versión de fruta deshidratada que puedes utilizar como sustituto de carne, en una propuesta de yaca al pibil.