Han sido días felices para el vino mexicano. Apenas el pasado 26 de abril, y después de diez años de cabildeo, se aprobó finalmente la nueva Ley de fomento a la industria vitivinícola con la que se promete plantear políticas públicas que fomenten la producción y el crecimiento del vino mexicano que, según cifras del Consejo Mexicano Vitivinícola, es producido únicamente por 200 empresas nacionales y su consumo aún no rebasa el litro per cápita.
Pero el panorama sigue cambiando. Ahora Arturo Núñez Jiménez, gobernador del estado de Tabasco, Francisco Arturo Vega de Lamadrid, gobernador del estado de Baja California, Daniel Milmo Brittingham, presidente del Consejo Mexicano Vitivinícola, entre otras personalidades del gobierno y de la industria anunciaron la campaña “Todos unidos por el vino mexicano”. Con ella se implementarán estrategias en tres bandos. La primera busca difundir el alcance que la nueva ley traerá consigo, así como impulsar el avance de la la agenda y el monitoreo del consumo y producción nacionales. La segunda buscará darle difusión tanto a las regiones de producción como al vino mexicano per se a través del desarrollo turístico y la promoción. Y finalmente, la tercer estrategia buscará expandir –tanto en niveles cualitativos como cuantitativos– la producción del vino a través de diferentes políticas fiscales, cooperación técnica y científica así como la educación especializada. Pero todo esto no puede realizarse de la noche a la mañana. Estas son medidas que se realizarán en el corto, el mediano y el largo plazo.
Algunas de las acciones inmediatas que ya están planteadas dentro de la campaña son:
- La producción de libros y documentales.
- El lanzamiento de la marca colectiva vino mexicano, que si bien aún no es un distintivo con las especificaciones de una
- Denominación de Origen, ofrecerá a los consumidores un señalamiento sobre la calidad del vino.
- El estudio de la cadena de valor del vino y el fomento de apoyo a la inversión.
