El mole está presente en la mesa de celebraciones pero también es parte de las comidas de domingo o los antojos de viernes, cuando unas enchiladas rellenas de pollo es todo lo que necesitas.
El método tradicional para preparar pasta de mole requiere de tiempo y esfuerzo físico. Para el mole negro, por ejemplo, es necesario quemar los ingredientes (como las tortillas y las especias) a punto de carbón y luego molerlos, de rodillas y manualmente, en un gran metate. De ahí, que comprar la pasta del mole —en lugares como Mayordomo de Oaxaca o el Mural de los Poblanos— hecha sea una gran alternativa para prepararlo en casa.
Con la pasta el proceso se simplifica: hay que tener a la mano un buen caldo de pollo para hidratar la pasta —aproximadamente 2 tazas por cada 1/2 kilo de pasta— y asar y moler al menos 4 jitomates para añadir sabor, le puedes poner ajo y cebolla y colar. Hay que evitar agregar caldo en polvo y, si acaso, añade una pizca de sal o un par de tablillas de chocolate oaxaqueño si lo que buscas es un mole con poco picante.
Cuando todos los ingredientes estén mezclados y la pasta esté disuelta sobe una olla a fuego medio hay que agregar 2 ó 3 tazas adicionales de caldo y dejar que todo hierba, al menos 30 minutos, a fuego bajo. Al finalizar este proceso hay que rectificar y agregar más jitomate si es necesario.
Cuando esté listo, puedes servirlo solo, con tortillas, con una pieza de pollo o con unas enchiladas. Lo que sobre siempre podrás recalentarlo, agregando cada vez un poco de caldo.
