
En un rincón de la colonia Roma Norte, un espacio ha logrado capturar la esencia de Japón con una precisión y sensibilidad inusuales. Se trata de Kura, el primer izakaya auténtico en México, que este año celebra su décimo aniversario reafirmando lo que lo ha convertido en un clásico: su capacidad de transportar al comensal al corazón de la vida cotidiana japonesa, donde la comida, la bebida y la conversación fluyen sin pretensiones.
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Desde su apertura, Kura ha sido pionero en mostrar una faceta distinta de la gastronomía nipona. Lejos del formalismo del sushi bar o la sofisticación del omakase, este restaurante japonés se inspira en los izakayas tradicionales: lugares relajados donde, después del trabajo, se come, se bebe y se comparte. Esa atmósfera, cálida y cercana, es el alma del proyecto creado por el chef Takeya Matsumoto (Take), quien hace diez años decidió introducir este concepto inexistente entonces en la Ciudad de México.

El menú de Kura refleja esa misma filosofía de encuentro. Su carta abarca desde sushi, sashimi y nigiri, hasta platos preparados a la robata —la parrilla japonesa—, además de ramen, wagyu japonés, donburi y creaciones de autor que equilibran tradición y técnica. La experiencia se completa con una curaduría de sake seleccionada personalmente por Take, con etiquetas importadas desde Japón que armonizan con los sabores de cada platillo.
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El diseño del espacio, obra de Pancho Pardo, replica la calidez y el minimalismo de los izakayas tradicionales, donde cada “Irasshai!” (bienvenida) marca el inicio de una experiencia sincera. La madera natural, la iluminación tenue y la disposición de la barra invitan a quedarse, conversar y disfrutar. Es un lugar donde conviven familias, parejas y amantes de la cultura japonesa que buscan autenticidad.

Uno de los pilares de Kura ha sido su compromiso con la calidad y la procedencia de los ingredientes. El restaurante trabaja con proveedores especializados y importa directamente sus pescados frescos y wagyu desde Japón, garantizando que cada platillo conserve su sabor original. Esa misma dedicación se extiende a la repostería: para asegurar la autenticidad de sus postres y panes, Take fundó Panya Sam, un café ubicado a solo dos cuadras del restaurante, donde la chef repostera Terumi hornea diariamente dulces japoneses y panes suaves que completan el universo de Kura.
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A lo largo de una década, Izakaya Kura ha consolidado una comunidad fiel y curiosa. Su permanencia no se debe a modas ni tendencias, sino a una filosofía constante: ofrecer una experiencia japonesa genuina, donde cada detalle —del sake a la sobremesa— está pensado para rendir homenaje a la hospitalidad nipona.

En su décimo aniversario, Kura celebra más que una fecha: celebra una forma de entender la gastronomía como un acto de encuentro y cuidado. Y aunque hoy se le reconoce como un referente de la cocina japonesa contemporánea en la CDMX, su espíritu sigue siendo el mismo de aquel primer día: un rincón cálido donde se come, se bebe y se comparte, como en Japón.
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