Bitácora del Paladar: Restaurante Lorenzo y la fundación del recuerdo
Foto: Cortesía Restaurante Lorenzo

Un proyecto gastronómico puede tener meses o años de vida antes de su apertura. Le mente suele idealizar los buenos diseños y la metodología nos ayuda dar los pasos correctos para abrir la puerta en el momento exacto.  

En la vida hay quienes sueñan para suspirar y quienes, en el suspiro, provocado por una acción, logran materializar el pensamiento. Quienes logran bajar lo etéreo a lo físico, guardan siempre un invisible hilo conductor que es el que los lleva por el camino de la seguridad y entre las cuevas de las dudas, les ayuda a regresar con calma al inicio de todo para así volver a comenzar. Esta es una receta que desde Teseo en la cueva de Minotauro ha dado resultado, y creo que en el caso del Restaurante Lorenzo se aplicó. 

Bitácora del Paladar: Restaurante Lorenzo y la fundación del recuerdo
Chef Lorea Olávarri | Foto: Cortesía Restaurante Lorenzo

Lorea Olávarri, quien es la chef y creadora de este espacio gastronómico, tenía desde hace años sembrada en la mente la idea de generar un espacio de comida, donde la elegancia no estuviera peleada con la comodidad que otorga el buen gusto.  



Es por ello que diseña Lorenzo, como esa voz interna, valiente y necia que se muestra en una sala elegante con platos de alta belleza estética que cocina con técnica bien lograda y que se soporta con la excelsa selección de productos de mar, huerto y granja. 

Lorenzo no es una apertura más. Es el inicio de una larga historia cuyo objetivo es sembrar memoria gustativa con el buen gusto del comensal. Es decir, es un restaurante bien cuidado, donde el mantel blanco, la luz, los platos, copas y cubiertos son de alta calidad. Y en la búsqueda de los nuevos comensales, les ofrece ese lujo accesible, donde comer es un acto que marca un día y una hora en la memoria, y no deja que el polvo común de los otros lugares ensucie la bella atmósfera que aquí se respira.  

Bitácora del Paladar: Restaurante Lorenzo y la fundación del recuerdo
Rigatoni de Morillas | Foto: Humberto Ballesteros

En Lorenzo, la suma de los factores bien cuidados pesa. No es un lugar bonito para tu foto en las redes sociales, es un lugar para comer con el alma elevada, donde tu paseo visual te dará el confort necesario para disfrutar de la experiencia al máximo. 

El menú se divide en 4 momentos. Uno puede elegir 3 bocadillos de entrada de una lista de 5 aperitivos bien diseñados. Aquí nos encontramos el pan de papa con mantequilla de avellana, queso crema, caviar y cebollín, que ha hecho fama en la carrera de la chef Lorea. Así también convive en esta parte del menú una Tarta de berenjena, un Crujiente relleno con crudo del día, un Socarrat con tartar de res y un Rollito de zanahoria y poro. No sé cuál me ha gustado más en mis tres visitas, pero de algo estoy seguro: los volvería a pedir todos.  

Bitácora del Paladar: Restaurante Lorenzo y la fundación del recuerdo
Conejo Relleno | Foto: Cortesía Restaurante Lorenzo

Donde me ha costado trabajo seleccionar es en el segundo momento. Esta sección con platos como el Rigatoni de Morillas, cuya espuma cremosa de morilla infusionada con romero, logró la elevación del sabor, y junto a la textura bien llevada en la cocción, entregó un plato digno para hospedarse en la memoria. La presentación del mil hojas de verduras es un arriesgue en técnica y estética, y el resultado otorgado es positivo en sabor y en belleza. Otro plato es escoger son los Gnocchis de cangrejo y el Huitlacoche en salsa de pepita que es un placer del México de campo. El Tartar de camarón es mucho sabor y el Foie Gras marmoleado bien vale la pena si tu intensión es suspirar.  

Para el tercer momento, eliges un plato donde hay 6 opciones para el disfrute. Aquí dejo abierta la curiosidad del lector, para que asista y elija su plato favorito. Yo tuve un gran momento con el conejo relleno y mi acompañante de mesa, pidió el Magret de Pato. En esta ocasión, rompimos todo protocolo conservador y el hurto al plato ajeno fue constate en la mesa. 

Bitácora del Paladar: Restaurante Lorenzo y la fundación del recuerdo
Magret de Pato | Foto: Humberto Ballesteros

Al concluir la experiencia, llegan tres postres por persona a la mesa. La seguridad de quien cocina evita ponerles enunciado en la carta, razón por lo cual la grata sorpresa es mayor cuando en el paladar, se deslizan sabores de infancia, de conocimiento maduro y de novedad gastronómica.  

Lorenzo es un espacio de confort. Es una mezcla de emociones, de culturas y de tiempos que se entregan en un formato de comida. Existe el menú y la carta. Esa dualidad nos deja vivir la experiencia plena y los fragmentos de esta. Es por ello, que ante la mesa de blanco mantel bien puesto, la celebración de uno mismo ante el plato, es la acción que conforta en los días donde uno busca quererse con rica comida y vinos bien seleccionados.  

El servicio que es impecable, se disfruta y no se nota, y quizás eso sea lo que buscamos muchos comensales. Cada plato en Lorenzo es memoria sembrada y cada retorno a la cocina de Lorea Olávarri, es como jalar del hilo en la madeja, que nos lleva a esa cocina que amas y disfrutas; que planeas en un futuro compartir con quien amas y donde sabes que los meses o años de vida para llegar a este espacio fueron diseñados desde tu inconsciente, deseando un espacio de comida, paz, elegancia y detalle, que te hiciera sentir parte de la casa.  

Aquí se están sembrado recuerdos y los más bellos, nacen desde la cocina. 

Bitácora del Paladar: Restaurante Lorenzo y la fundación del recuerdo
Lorenzo | Foto: Cortesía Restaurante Lorenzo

Sigue al autor: @betoballesteros  

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